Episodio imborrable de la presente campaña electoral en EE.UU.

El aspirante presidencial republicano, el billonario Donald J. Trump siendo encarado en una candente conferencia de prensa por un reportero de origen latino.

Trump se ofusca, se torna agresivo. Interrumpe al periodista, le exige sentarse y, como no le hace caso, ordena a sus agentes de seguridad que lo saquen del recinto.

Pero este ni se intimida, ni se deja amedrentar y con ecuanimidad en sus gestos, a pesar del incidente que vive, insiste en las preguntas molestas para el político.

“Soy un reportero, un inmigrante, un ciudadano de EE.UU. Tengo el derecho a hacer una pregunta”, responde el comunicador.

El ambiente se caldea. Los agentes sacan al reportero pero al rato, por orden del precandidato, le vuelven a permitir ingresar al salón y continua con sus preguntas incisivas, incómodas…

Para Jorge Ramos, periodista y presentador estrella de Univisión, la escena no era ajena. Las ha vivido con presidentes, políticos y prominentes figuras de todos los talantes  a lo largo de su carrera periodística, primero en México, su país de origen, y luego en EE.UU., adonde llegó en 1983 y se naturalizó en 2008.

Le ocurrió, recuerda, cuando intentó entrevistar a Fidel Castro mientras caminaba frente a un hotel en una cumbre Iberoamericana en Guadalajara en 1991. A la tercera pregunta sus guardaespaldas se molestaron, lo empujaron y lo hicieron caer al suelo. Castro siguió como si nada hubiese pasado. Ni se molestó en ver hacia atrás.

La figura de Ramos reconocida, admirada, cuestionada es descrita ampliamente en un informe especial de la revista New Yorker.

Uno de los modelos de Ramos -dice el informe de William Finnegan de New Yorker-es Oriana Fallaci, la fiera periodista italiana.

“Leí su libro” Entrevista con la Historia “en la universidad”, dijo. “Me encantó como lo logró con el Shah, Gadafi, Kissinger. Ella veía la entrevista como una pequeña guerra, con un ganador. Para ciertas entrevistas, yo lo veo de la misma manera. Mi única arma es la pregunta. Viviendo aquí, no es arriesgado. Puedo hacer que las personas poderosas se enojen, y mostrar a nuestro público lo que realmente son, y luego ir a casa y vivir una vida normal”.

 

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