Rodolfo González Mora, productor de 7 días de canal 7, cuenta que el atentado terrorista en que murieron tres periodistas, la noche del 30 de mayo de 1984 en La Penca, Nicaragua, marcó de por vida su destino profesional. Con una trayectoria de 25 años, valora  la pasión, la reflexión y la especialización en el periodismo de estos días.

 Edgar Fonseca M., editor www.PuroPeriodismo.com

 La Sabana-No estuvo en el atentado de La Penca, Nicaragua, pero aquel brutal hecho terrorista que le costó la vida a siete personas, entre ellas a tres periodistas, y que dejó al menos 21 heridos en una improvisada conferencia de prensa en las márgenes del limítrofe río San Juan, la noche del 30 de mayo de 1984, marcó para siempre, como hierro incandescente, la futura carrera profesional, de aquel muchacho a sus 11 años.

Rodolfo González Mora, periodista de 25 años de trayectoria, director y productor del programa 7 días de canal 7, vuelve su mirada y me inquiere.

Me lanza tres contrapreguntas mientras conversamos sobre los desafíos del periodismo en su oficina a la entrada de la sala de redacción de Telenoticias, 100 al oeste de Starbucks en La Sabana. Son las 12 mediodía del pasado miércoles 14 de setiembre.

¿A que usted no sabe de qué se trataba, ¿tiene idea de que era el avance?, ¿de qué era?, me insiste este joven y, a la vez, experimentado comunicador, de poblada barba rubia, de rebelde cabellera, de ojos profundamente claros y de un diáfano tono de voz.

Me lanza sus preguntas, matiza sus gestos, con tono impetuoso, agitado, sentido, para recordar la noche de aquel atentado en que, mientras compartía en la casa de sus abuelos maternos, su abuelo, que escuchaba la radio, llegó a empaparlos del avance del atentado.

“Mi abuelo me explicó en qué consistía La Penca. Qué es lo que había pasado en ese momento. Me habló un poco de Edén Pastora, y yo llegué al otro día a la escuela -lo recuerdo como si fuera hoy en la mañana- llegué y le dije a   mis mejores amigos, “yo quiero ser periodista” ¿Por qué?. Entonces les conté lo mismo que me había contado mi abuelo de que La Penca, de que Nicaragua, de que los periodistas, de que la gente y que aquí y que allá. Ese caso y esa cobertura y la forma en como me lo contó mi abuelo, fue lo que dijo “yo quiero ser periodista”. Me gusta. Se ve bonito. Es saber de cosas. Trabajar en algo que le mete emoción. Es comprender, es contar, ¡caramba!, me gusta esa profesión. Yo recuerdo que algunos querían ser bomberos, algunos querían ser… yo siempre quise ser periodista, hasta la fecha creo que no me equivoqué, por lo menos es lo que me gusta”.

Esa remembranza me la narra cuando le pregunto sobre la razón de su vocación profesional, un oficio al que retornaría, sin dudas, tras ya 25 años de trayectoria que le ha llevado por medios como La República, el desaparecido telenoticiario NC4 y Teletica donde comenzó a laborar un 16 de octubre de 1999.

Periodista, licenciado en Derecho, Máster en Derecho Constitucional, González Mora, nacido un 12 de noviembre de 1972, ha consolidado su carrera en los últimos ocho años como productor de 7 días, espacio informativo semanal dedicado al trasfondo y la perspectiva de los acontecimientos.

Y es en un intervalo de su agenda diaria en que reflexiona sobre el momento y los desafíos del periodismo.

La necesaria especialización de los periodistas, la bendita pasión, el agridulce sabor de las exclusivas, la reflexión y la rigurosidad son razones particulares de inquietud para González.

Atesora como uno de los mayores hits informativos de su carrera la cobertura en vivo del rescate de los 33 mineros atrapados en la mina San José en el desierto de Atacama, Copiapó, Chile, el 13 de octubre de 2010. El mayor rescate minero de la historia con una cobertura mediática que alcanzó hasta 1.300 millones de telespectadores.

Los tesoros que yo guardo…

-Como periodista de 25 años de trayectoria, hay momentos, hay coberturas, que un profesional como vos siente como un trofeo a lo largo del camino, ¿guardas alguna en particular?

-Sí, recuerdo varias. Me impactó mucho el rescate de los mineros en Chile, cuando fuimos a darle cobertura hace ya seis años en el desierto de Atacama. Me imagino que usted también lo ha vivido fuera. Uno siente cuando está participando de una competencia de grandes ligas, porque llegan los medios más importantes del mundo a cubrir un evento y uno comprende las dimensiones de ese evento, aprende de otros colegas que tienen más experiencia en ese tema. Uno aprende de ese correr en ese momento y es parte de la historia. Eso es lo que yo le decía, sin recursos ser un espectador en primera fila de los eventos más importantes del mundo.

 -¿Por qué lo recuerda tan particular?

-Por la trascendencia que tuvo la operación. Nunca antes en la historia de la humanidad había ocurrido algo como eso, que 33 personas quedaran tanto tiempo debajo de la tierra. Inclusive la ciencia médica no sabía con exactitud cuáles iban a ser las consecuencias en lo físico de los mineros. No sabían que enfermedades podían tener porque nunca antes una persona había estado, y menos 33, sometidas a las condiciones a las que habían estado, hasta para la ciencia no sabían exactamente qué consecuencias podían tener cuando salieran. La operación de rescate, una operación que tenía que ser ininterrumpida, bajo ciertos importantísimos criterios de seguridad para poderlos sacar 33, meter a cada uno en una cápsula e ir subiendo a todos los demás. Una operación que duró muchas horas. Muchas cosas podían salir mal y era un evento de cobertura mundial, todo el planeta, y cuando digo todo el planeta, todo el planeta se detuvo a ver eso en algún momento. Recuerdo gente que me decía que salía de algún lugar, tomaba un avión, empezaba a seguir el rescate, y cuando llegaba a su destino, 4 o 5 horas después, seguía el rescate. Se acostaba, seguía el rescate, y además, es una noticia que nos gustaría cubrir siempre, una noticia donde hay algo que puede salir mal, pero al final la noticia es positiva, salió algo mal, sí se vino la mina, pero los 33 salieron con vida. Es, tal vez, de las historias que más me gustan aunque aquí en Costa Rica, y es parte de la pasión, la esencia es disfrutar nuestro trabajo, porque tenemos momentos de alegría, como ese, otros momentos de tristeza, que nos hacen reflexionar acerca de la vulnerabilidad del ser humano, la trascendencia de unas decisiones que se toman a nivel país, como el TLC cuando se tomó en su momento, los eventos del “Combo ICE” los recuerdo muy bien y que marcan. Quiero decir que cuando usted tenga que contarle historias a sus nietos, posiblemente van a llegar los amigos de sus nietos a escuchar sus historias, como espero que los amigos de mis nietos o nietas lleguen a escuchar las mías, porque las historias de un periodista son buenas, no solo por contenido, sino porque el periodista las sabe contar bien, y eso es genial.

-El rescate de los mineros en Atacama, Chile, un evento de implicaciones globales, forma parte de las coberturas extraordinarias en que este joven y, a la vez, veterano comunicador costarricense ha participado, vivido, sufrido y apasionadamente sentido.

 -¿Cómo nace y se desarrolla esa vocación profesional suya en el periodismo?

-No sé si esta historia alguna vez se la había contado, creo que no, porque veo que me la hace. Yo una vez estaba en la sala de mi casa, una noche. Yo me crie con mis padres y mis abuelos maternos. Vivíamos todos en una gran casa, como ya no existen ahora. Las casas han variado mucho, la cultura y la forma de vida de los ticos ha variado. Entonces en esa casa vivían mis abuelos y mis padres y ellos eran de una cultura de radio. Mis abuelos eran bastante mayores y mis papás también tenían su edad. Entonces, no tanto como ahora, se oía mucho la radio. Yo estaba viendo televisión, pertenecía a una generación distinta, y en ese momento llegó mi abuelo, escuchando un avance de noticias en la radio, era en la noche, y el avance, ¿a que usted no sabe de qué se trataba. ¿tiene idea de que era el avance?, ¿de qué era?

-De algún acontecimiento antes de que usted empezara carrera.

-Yo tenía siete, ocho años. (Para entonces contaba con 11 años)

-Estaba prácticamente en la escuela…

-La Penca. ¿Le suena?. El atentado de la Penca, en el que usted estuvo cubriendo como periodista. Mi abuelo me empezó a explicar, porque yo era un niño. Yo sabía que existía Nicaragua y que había algo en Nicaragua, pero yo no tenía mucho conocimiento en ese entonces, pero él me dijo más o menos esto, un atentado donde un montón de periodistas muy largo de aquí, a su manera me lo explicó para que yo le entendiera. Mi abuelo me explicó en qué consistía la Penca. Qué es lo que había pasado en ese momento. Me habló un poco de Edén Pastora, y yo llegué al otro día, a la escuela tras la conversación con mi abuelo, lo recuerdo como si fuera hoy en la mañana, llegué y le dije a mis amigos, a mis mejores amigos de la escuela, “yo quiero ser periodista” ”¿Por qué?. Entonces les conté lo mismo que me había contado mi abuelo de que la Penca, de que Nicaragua, de que los periodistas, de que la gente y que aquí y que allá. Ese caso y esa cobertura y la forma en como me lo contó mi abuelo, fue lo que dijo “yo quiero ser periodista”. Me gusta. Se ve bonito. Es saber de cosas. Trabajar en algo que le mete emoción. Es comprender, es contar, caramba, me gusta esa profesión, entonces yo recuerdo que algunos querían ser bomberos, algunos querían ser…, yo siempre quise ser periodista, hasta la fecha creo que no me equivoqué, por lo menos es lo que me gusta, porque sería horrible don Edgar, trabajar en algo que a uno no le guste, pero estoy seguro que al igual que usted, a mí, estamos convencidos de que esto fue la mejor decisión que tomamos.

Benditas exclusivas…

-Si volviera a retomar el camino, de sus 25 años, ¿sería el del periodismo?

-Indudablemente.

-¿Por qué?

-Por lo que me ha dado. Porque lo he disfrutado. Porque he aprendido. No me imagino como sería yo sin esta práctica periodística, sin la felicidad de una exclusiva, que usted también la ha sentido en algún momento. Eso es incomparable, don Edgar, cuando uno tiene una exclusiva y la aprovecha y la destaca y recibe la felicitación no solo de sus jefes, sino de sus colegas y hasta de la gente en la calle; la tristeza o la ira interna que uno siente con uno mismo cuando no es uno el que tiene la exclusiva. Son cosas que a veces yo le explico a mis amigos que no son periodistas y para ellos es, tal vez, un poco difícil de entender. Sé que usted me entiende lo que significa la felicidad, el éxtasis de una exclusiva, la ira de no tenerla, la congoja de estar en un lugar donde uno no puede tener los tres tiempos de comida, pero la satisfacción cuando uno sale sabiendo que hizo bien el trabajo. Usted se desarrolló en un área que es la prensa, la televisión tiene sus diferencias, cada cosa tiene su encanto… creo que la práctica periodística, sin menospreciar otras profesiones, porque estoy seguro que hay otra gente que disfruta muchísimos sus profesiones, en mi caso, hasta el momento,bcreo que es la mejor decisión, desde el punto de vista laboral.

Lo llevo en la sangre…

 -¿Cuáles son tres lecciones principales que usted destaca a estas alturas?

-Soy un asiduo seguidor de esta página, así como muchos colegas, y me alegra que usted, que fuera un referente sobre todo en nuestra época de estudiantes, yo fui, si la memoria no me falla, alumno de su primer grupo de la Universidad de Costa Rica, cuando usted llegaba de la Universidad de Missouri. Recuerdo muy bien, y me agrada como sigue activo ahora en un medio digital que es el futuro del periodismo, futuro del todo prácticamente.

Podría mencionar varias pero me interesa mencionar estas: una, usted me la inculcó en la salas universitarias de la UCR, la rigurosidad. Yo sé que el ser humano tiende a equivocarse, es parte de su naturaleza, pero al periodista pocas veces se le perdona eso, que se equivoque, porque nuestra labor es la rigurosidad, es parte de nuestras características de nuestro trabajo. Tenemos que hacer una labor de chequeo y de rechequeo. Usted en la clase precisamente nos comentó como en el periódico de la Universidad de Missouri, los encargados de los proyectos, cuando el periodista, el estudiante llegaba a presentar el proyecto, la nota, muchas veces hacían el rechequeo, llamaban y repreguntaban a ver si la fuente había planteado realmente lo que establecía. Ese es un elemento que no se puede perder ni en Missouri, ni en San José, ni en Panamá ni en Managua, ni en Iraq, ni en Afganistán.

Otro elemento es, también lo recuerdo de una lección suya es cuando uno plantea una entrevista, no se puede hacer temperamental, o lo planteo de esta forma, uno plantea la entrevista en el papel, la prepara y le da, si no me falla la palabra que usted usó en ese momento, reposo, le da un descanso, la deja ahí un rato, se va, se toma un café y regresa y la revisa, en ese momento de una desconexión que se da de manera temporal, cuando uno llegue, chequea nuevamente la entrevista que uno tenía preparada, puede encontrar algunas cosillas que mejorar, puede pulirla mejor. Rescato que, aunque el periodismo es pasión, también hay que hacerlo con cierto grado de reflexión o de calma en algunos momentos, cuando es necesario.

Y lo tercero, también lo recuerdo, no solo de usted, sino de muchos profesores, la pasión que tiene que tener. Alguien lo resumió en una oportunidad: “el periodismo es un boleto para gente pobre que ve en primera fila los acontecimientos más importantes de la historia”. Creo que sí hay algo de cierto. Usted en su cobertura, trabajando, fue testigo en primera línea de eventos que marcaron la historia del país, de Centroamérica o del mundo, igual como yo lo he hecho desde mi trinchera. Quiere decir que es una pasión que hay que llevar en la sangre, que no es un simple trabajo, como alguna vez lo dijo García Márquez, “el oficio más hermoso”, más bello, más lindo… lo que quieran llamar al periodismo, no se tiene que ver como un trabajo. El periodismo es una pasión y estoy seguro, como decía un amigo colega, que si a nosotros se nos cobrara por ser periodistas, más de uno pagaría, no recibiría salario, pagaría para ser periodista, más de uno estoy seguro que lo haría, porque la pasión que uno tiene en estos temas, se lleva en la sangre, difícilmente se puede obviar.

-Pasión, reflexión en el ejercicio periodístico. En una era de vértigo en la cobertura informativa, ¿cuáles crees que son tres principales desafíos para el ejercicio del periodismo?

-Qué difícil es esa pregunta, y le voy a decir por qué es difícil. Cuando yo empecé a escribir trabajo periodístico, habíamos pasado, hace unos 25 años de la máquina de escribir a la computadora, y era un cambio significativo. Es más yo conozco a gente que nunca se acostumbró a usar una computadora. Eso es nada con lo que está ocurriendo ahora. La inmediatez que se vive ahora, es infinitamente mayor a la que se vivía cuando empezamos a dar nuestros primeros pasos, y la que viene no tengo ni la más leve idea de qué implicarán los cambios que se están avecinando para la práctica del periodismo. Ahora es más fácil hacer periodismo desde el punto de vista técnico, pero eso nos implica una mayor responsabilidad. Cualquiera puede agarrar un celular y transmitir Periscope o Facebook Live o en lo que quiera, de tal forma que eso podría ser visto, en alguna medida como un recurso periodístico, una herramienta periodística, pero eso nos conlleva una mayor responsabilidad, la responsabilidad, por ejemplo, de unas cosas tan básicas que no podemos perder: el “fairness”, el hecho que todo el mundo tenga recurso para hacer algo, no implica dejar lo básico, el “fairness”, la imparcialidad a la hora de plantear algo, la necesidad de la profundidad que hay que tener. Lo que yo quiero decir es que los principios, don Edgar, son los que usted aprendió cuando estudió, los que usted nos enseñó a nosotros, lo que nosotros le enseñamos a los estudiantes actualmente, esos no pueden variar. Lo que está variando es la forma en cómo se hace el periodismo y lo que hay que vigilar es que esa forma no desvirtúe, no afecte, no menosprecie o no acabe con los principios que tienen que ir directamente ligados a la práctica del periodismo.

La gente no “come cuento”…

 -¿Cuáles son preocupaciones clave para vos del ejercicio periodístico de estos días?

-Tal vez la más importante es el consumidor de noticias ahora, es un consumidor más informado que hace dos décadas. El consumidor, como se dice popularmente, “ya no come cuento”, tiene más posibilidad de conocer los elementos, tiene también la facilidad de buscar información en otras fuentes, contrarrestar esa información con las fuentes, con lo que usted le está brindando, razón por la cual el lector, el televidente, el radioescucha, va a ser mucho más exigente y tenemos que tomarlo en cuenta nosotros como generadores de contenido de noticias. Eso me lleva a la necesidad de que el periodista tiene que tener indudablemente y estoy convencido de ello, aunque hay unos colegas que no piensan así, ya no basta con ser periodista. Hay que ver una especialización, ojalá formal, ojalá que si el periodista tiene la oportunidad de estudiar derecho, economía, geología, meteorología, psicología, sociología, otra rama que llegue a complementar la práctica del periodismo es lo ideal, y ojalá de manera formal. Si no se puede de manera formal, por ejemplo, si no podemos ir a la universidad, tener la oportunidad de informarnos de algún tema. Casualmente estaba leyendo este libro, que lo recomiendo, es de un doctor que trabaja como periodista para un periódico de Colombia, “El Espectador”, él es corresponsal en la zona de Asia, el Medio Oriente, y escribió un muy buen libro, que lo recomiendo y aprovecho para recomendárselo a todas las personas que nos ven, El Estado Islámico, detalla muy bien el tema. Creo que hay que especializarse. El periodista que no se especializa no se va distinguir, y alguien decía que el periodismo es un mar de conocimiento con un centímetro de profundidad. Estoy completamente en contra de eso. El periodista tiene que ser un mar de conocimiento, pero en algunos puntos tiene que tener grandes abismos, en donde maneje, se especialice, en otras ramas del saber. El abogado sabe más de materia penal que de familia, otro se especializa en lo tributario en lugar de constitucional. En la medicina ocurre lo mismo, algunos son endocrinólogos, otros son pediatras. El periodista tiene que especializarse seriamente, y creo que eso es lo que sigue ahora. No basta con saber manejar las nuevas tecnologías, hay que saber a profundidad. Hay que dominar de manera suficiente alguna otra rama del conocimiento para complementar la práctica periodística.

-Sin temor al apasionante momento digital que vive las comunicaciones pero con especialización, Rodolfo González, editor de uno de los programas más vistos en Costa Rica y Centroamérica, 7 días.

 -Si tuvieras un consejo para un principiante en periodismo en estos momentos, para esos muchachos que vienen saliendo de las universidades, que vienen a dar sus primeros pasos en estas salas de redacción y en las calles, ¿cuál sería?

-Le voy a dar el consejo al estudiante de periodismo sobretodo, ahora que usted menciona al estudiante. Uno empieza a buscar trabajo desde que llega a la universidad, ¿por qué?. Un buen estudiante normalmente es visto por algún profesor, lo destaca y le da la oportunidad de trabajar en algún lado. El profesor es el primer reclutador de un buen estudiante y de ahí es la oportunidad que se le abre para ir surgiendo en este ámbito. Un buen estudiante, es normalmente un buen profesional, un buen profesional normalmente va tener un muy buen trabajo. Si queremos destacar, se lo digo a los que estudian, especialmente a mis alumnos, si queremos destacar en algo, tenemos que empezar a trabajar duro desde las aulas, no empezar a trabajar duro cuando le dan el trabajo, es desde las aulas, porque desde las aulas hay profesionales, profesores que están viendo y diciendo “fulanito puede tener una gran oportunidad”, “fulanito se esfuerza en este tema, tiene un futuro promisorio”, y uno mismo puede ir recomendándolos a otros lugares de tal forma que el trabajo en el periodismo se empieza a forjar desde las aulas, y con ello también la pasión en el periodismo.

-¿Algún mensaje final?

-Muchas gracias a usted por todo lo que nos enseñó en algún momento en las aulas universitarias, porque sigue haciendo periodismo y porque sigue haciendo periodismo de calidad. A veces se cuestiona mucho el periodismo, pero como decía alguien por ahí, en lugar de criticar lo malo, lo más saludable es alabar lo bueno, y creo que a los periodistas nos hace falta mucho eso, a veces pasamos mucho tiempo criticando a otros colegas, cuando lo que debemos de hacer es aplaudirle a los colegas que están haciendo el trabajo, que han marcado generaciones y continúan de una forma señalando el derrotero para los que siguen.

Fuentes adicionales consultadas:

Los 7 días de Rodolfo, Teleguía, La Nación, entrevista de la periodista Ivannia Varela, domingo seis de diciembre de 2009

http://wvw.nacion.com/teleguia/2009/diciembre/06/teleguia2175073.html

El rescate de los mineros. Misión cumplida. Juan Forero, Jonathan Franklin,The Washington Post, 14 de octubre, 2010

 http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2010/10/13/AR2010101307599.html

 A 30 años de La Penca. Informe especial de Tico Times, mayo 2014.

http://www.ticotimes.net/LaPenca30Years/