Magaly Batista, periodista

San José-Era 1992, y una sala de redacción que esparcía pasión para desentrañar el valor de la información veraz y transformadora.
El “olfato”, la intuición, el mirar más allá del árbol, tras el aprendizaje con periodistas de verdad, marcaban el camino para poner en puerta una noticia exclusiva.
Qué gozo el éxito del tema y que duro una nota malograda. Más la constancia, la persistencia, las ganas de echar ganas permitían que cada paso hacia delante se disfrutara con plácida humildad y fortaleza en la pluma bien investigada.
Los recursos no sobraban y compartirlos causaba que los cordones de los teléfonos se extendieran como cuerdas, y que nuestros alientos se cruzaran por estar uno junto al otro.
Así se aprende. No hay espacio chico para la grandeza del esfuerzo y la creatividad. No hay pocos recursos cuando la inventiva los suple. No hay excusas para el mal ejercicio cuando la genialidad del trabajo intenso, honrado y habilidoso reta los límites de lo existente.
Cierto es que el que quita el velo de la mentira y el abuso gana la confianza del que los sufre. Cierto es que no hay nada más reconfortante que descubrir, comprobar y denunciar hechos que hagan la diferencia para el bienestar común.
Cierto es que ser periodista se trae, se pule, se madura y consolida con cada investigación hecha con solidez. Como cierto es que omitir todo ello no termina bien. Cierto es disfrutar de una labor con impacto social al amparo de los principios de nuestra profesión, de la camaradería y de ese infinito deseo de acertar, con buen tino, noticias que hacen historia no solo dependiendo de la magnitud del hecho sino de la sabiduría de su abordaje.
Y es que el talento, dedicación, guía y valentía forjaban en esa sala de redacción periodistas admirables y memorables que por años, con dosis de buen humor y horas de indagación y trabajo de campo, construían cimientos informativos sobre realidades sedientas de ser descubiertas. El reconocimiento era el resultado del buen trabajo y la labor bien cumplida.
Han pasado 25 años. Hay muchos nuevos rostros, nombres, medios y formas de informar. Y siempre surge una meditación reiterada: lo que enaltece esta amada profesión y la honra es la existencia de un espíritu imparable por hacer del periodismo una huella profunda de verdad, respeto, sorpresa y cambio que enamore al público y no solo un medio para entretener”.

  • El diario Al Día cerró operaciones en 2014.