Edgar Fonseca M., editor PuroPeriodismo.com

A los propagandistas gobiernistas solo les falta decir que el sol que nos ilumina cada día, la lluvia que nos cae a chaparrones y  el aire que respiramos son parte de la magna obra de esta administración, ya en su recta final.

Montados en un voluminoso aparato de propaganda que abarca medios y redes, inundan de anuncios de inauguraciones, de obras concluidas, de resúmenes y cifras sobre la “bonanza” del país…

La ofensiva mediática oficialista, en pleno despegue de los fuegos electorales, más parece responder a un señalado intento por salvar la imagen de la gestión del presidente y de su administración devastada, hasta hace poco, en cuanto sondeo a mano. Fulminada por el desencanto, la desilusión y la decepción que provocó, en muy poco tiempo, el primer gobierno posbipartidista.  Una gestión que pasó “de la revolución de las expectativas a la revolución de las frustraciones”, como anotó, certeramente, en una reciente entrevista José Alberto Rodríguez, presidente de la firma encuestadora Demoscopía.

Esta apurada “rendición de cuentas”, se echa flores del frágil crecimiento económico del periodo, pero omite el gravísimo marco de deterioro en que las principales calificadoras internacionales de riesgo ubican al país por postergar reformas estructurales. Reformas que esta administración esquivó chantajeada y coaccionada por el extremismo gremialista.

Se echa flores, también, de los casi tres millones de turistas que ya pisan nuestros valles, montañas y playas. Pero olvida que este crecimiento ha sido paulatino y sostenido a lo largo de décadas y de administraciones. Parece osado asumir como propio un logro labrado como política de Estado para distinguir al país como destino preferido por decenas de miles de visitantes internacionales.

Omiten los propagandistas gobiernistas, eso sí, el espinoso colapso de la gestión política de la administración que la hizo naufragar, hasta la fecha, en un estéril maridaje con sectores extremistas; que la llevó a renegar y a ningunear a su líder fundacional y a sus principios con peligrosos flirteos que, como ayer, le costaron por tercera legislatura consecutiva la presidencia del Congreso, consumándose una de las mayores traiciones políticas de tiempos recientes.

Proclaman estos voceros, fieles a su tristemente  célebre slogan de la “casa de cristal”, que gobiernan con “transparencia y honestidad” pero pasan por alto el zumbido de los cuestionados pagos multimillonarios a jerarcas convertido en un penoso escándalo que indigna a la opinión público. Como indignó en su momento el paquete de las denuncias “de la madre de la corrupción”, de los primeros 100 días, reducido a escombros en la esfera jurisdiccional.

Esta precipitada “rendición de cuentas”, muy a tono con el turbulento año electoral que atravesamos, más parece  preocupada por salvar, a cualquier costo, imagen y popularidad en el ocaso de una administración atribulada; más parece una fábrica de aplausos que la opinión pública no se traga así no más.

Punto final- Por ventura, ¿podría la Contraloría General de la República asomarse y ponerle freno a este abuso institucional, por puro afán propagandístico, con recursos públicos ?

 

 

 

 

1 COMENTARIO

  1. Es este un análisis objetivo de la realidad, o un juicio de valor suyo don Edgar?

    Ese eterno reclamo por la “propaganda” del Gobierno me parece que tiene mucho de oportunista. Sin ser partidario del Gobierno actual, me parece que tiene pleno derecho de dar a conocer las obras que realiza, informando a la ciudadanía. Será ella, y la Prensa, la que sopese la validez deesas afirmaciones. Decir por ejemplo que se llegó a 3 millones de turisas al año es un logro notable. Pero nadie cree que hasta el año pasado llegaban 0 turistas.

    A mí me parece que a los periodistas,a menos en Costa Rica, en este tema sienten como una afrenta que algun organismo ajeno a ellos se dedique al oficio de difundir información al público. Y lo que es peor, parece que consideran ilegítimo que un Gobierno trate de resaltar sus obras con miras a mantenerse en el poder. Eso es una práctica común en las democracias avanzadas. Incluso en esos países se va más allá: Presidentes participan activamente en la política acuerpando inlcuso a los candidtos de su partido en la campaña electoral. Son acaso los EEUU, Chile, Argentina, democracias ilegítmas por practicar eso?

    Acá también se considera que si el Gobierno critica o contradice lo dicho por los periodistas, es señal de que se busca censurar al medio o al periodista. Eso me parece en extremo histérico. De nuevo el ejemplo de otros países: hay políticos respetables que no dudan de tildar a medios como pertenecientes a un cierto grupo antagónico. Así, los laboristas en el Reino Unido tildan a una prensa de “Voceros de Rupert Murdoch”, o los Conservadores tildan “Prensa de Izquierda” a The Guardian. Y estos periodistas simplemente siguen haciendo su trabajo porque saben que lo que iporta es dar infomración veraz y objetiva al publico, y serán ellos quiene decidan a quien creerle.

    Los Gobiernos siempre buscarán darle el ángulo positivo a las noticias que les concienrnen. La prensa independiente está para dar el contrapeso. Es una delicada simbiosis, no un juego de destrozar al enemigo. La prensa en Costa Rica es bien libre y eso hay que sentrse orgulloso. Pero su reputación no debería construirse simplemente por demonizar al Gobierno.

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