Vladimir de la Cruz, historiador

La figura de León Cortés Castro ha estado en el imaginario nacional como parte de los expresidentes del país. Forma parte, como todos los que han ejercido este alto cargo, de la Galería de Jefes de Estado y Presidentes que está en la Asamblea Legislativa, tiene el reconocimiento más alto que se le otorga a un ciudadano, el Benemeritazgo, y un Cantón lleva su nombre. A esto se suma el pequeño monumento fúnebre en su tumba, en el Cementerio General, y la Estatua, o Monumento, como mas se conoce, que está al final del Paseo Colón.

Su legado presidencial y de hombre público se reduce a muy poca información en libros de historia, en cartillas históricas, en manuales de historia nacional, y hasta en la información de las fuentes electrónicas de consulta, sin resaltar estos matices políticos de represor del movimiento sindical y laboral, de anticomunista, de filo fascista, de antijudío, como también algunos autores lo señalan.

En este momento se ha levantado un movimiento para quitar el monumento de León Cortés, del Paseo Colón. Quienes lo impulsan, recogiendo firmas, afirman que “el expresidente León Cortés Castro no merece un monumento frente a la principal avenida del país, ni en ningún otro espacio público. Su legado debe permanecer en los museos y libros de historia donde se recuerde que Costa Rica no está vacunada contra el fascismo y el nazismo”… “ un monumento a un caudillo filo-fascista es un endoso a sus ideas. Esto nos preocupa profundamente y creemos que no representa los intereses de la comunidad costarricense”.

Afirman que mantener este Monumento “es  complacer  la presencia de la iconografía caudillista, filo fascista, anticomunista y antisemita en los terrenos del principal y más grande espacio público de la capital”. Igualmente se cuestionan sus principios y valores de pensamiento democrático.

Así, sostienen que la imagen del “monumento no guarda relación alguna con los actos del León Cortés Castro de carne y hueso”, por lo que se debe “recuperar la perspectiva histórica y resituar el monumento en un museo, no en un espacio de glorificación pública”.

Obviamente, esta propuesta genera ya polémica e intercambios de ideas y posiciones encontradas.

Bienvenidas estas discusiones. En Costa Rica falta, como parte de nuestra cultura histórica, de nuestra memoria histórica, de nuestra formación histórica, de nuestra recreación histórica, mayor conocimiento de las grandes figuras públicas, discusión de sus virtudes y defectos, análisis  exhaustivo de sus vidas, que se discutan como héroes o como villanos, como santos o diablos, pero sobretodo como los personajes de carne y hueso que fueron.

Por ahora la discusión ha sido planteada por resituar, cambiar de lugar, la Estatua o Monumento de León Cortés. Solo esta discusión planteará igualmente el lugar de traslado y de si los residentes donde les puedan meter esta Estatua o Monumento, también estarán de acuerdo o no, si es otro sitio público, porque también se plantea que del todo no se instale en otro lugar público.

Me he sumado a la carta que se ha dirigido a las  Ministras de Educación y Cultura, con este propósito, porque estoy de acuerdo con que se abra este debate, que espero que dé inicio a una gran discusión, con foros, mesas redondas, valoraciones sobre la pertinencia o no de la existencia de estas expresiones arquitectónicas. No es un simple Decreto administrativo de mover una Estatua o Monumento, lo que es otra discusión, lo que está en juego o en discusión. La Oficina de Patrimonio Histórico también está involucrado en este lío que está por desatarse.

La existencia de la Estatua o del Monumento puede servir también para explicar la época de León Cortés, la época que ojalá no se repita en los aspectos negativos que se le critican, cuestionan y condenan.

¿Por qué no se le hacen homenajes?

Que yo recuerde nunca se le hacen homenajes a León Cortés, a su memoria, a su gobierno, a su liderazgo. Es una figura de mucho peso histórico, hoy dichosamente, muy devaluada en el imaginario histórico y en la conciencia histórica nacional.

Una campaña como ésta tiene el riesgo también de resucitarlo en sus valores, los de León Cortés, que hoy también campean con nuevo cuño en Europa, en los países ex socialistas,  en América Latina, en Estados Unidos, y, también, en Costa Rica donde hay quienes los profesan, alimentan y les rinden culto.

Está abierta la discusión: ! León Cortés, sí ¡, o ! León Cortés, No !… en el Paseo Colón.

A propósito, el nombre de Paseo Colón, en honor al almirante Cristóbal Colón no debiera entonces discutirse al mismo tiempo con la situación del Monumento o Estatua de León Cortés. De pronto habrá gente interesada u ocurrente de poner en su lugar un Monumento a Cristóbal Colón, lo cual implicaría otra discusión sobre el carácter violento de la conquista y la colonia.

La discusión del Monumento o Estatua de León Cortés traería, de seguido, de igual modo, a discusión la de otros monumentos o estatuas de otros personajes ubicadas en la capital…

Esta situación es como la discusión, que se dio más a nivel legislativo, y se mantuvo por el óleo, la pintura, de la Galería de Presidentes de la República, en la Asamblea Legislativa, cuando quitaron el del dictador  Federico Tinoco Granados, y luego lo restablecieron en el lugar que le correspondía…como debía ser.

Cada uno de los Presidentes ha tenido su momento, su época, han sido hijos de sus circunstancias… nos gusten hoy, o no, sus épocas y sus propias figuras.

 

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