Edgar Fonseca, editor/Foto Facebook Bomberos CR
“El miedo que yo tenía era como que me volvieran a dejar sola”.
Así recuerda Paola Amador Segura, de 31 años, las horas de espera de rescate tras la tragedia aérea en que perecieron cinco personas, el 25 de noviembre de 2024, al estrellarse en el cerro Pico Blanco, Escazú, una avioneta procedente de Barra del Tortuguero, en medio de mal clima imperante en la capital. Ella fue la única sobreviviente.
Guía turística, madre de dos niños, brindó uno de sus primeros relatos públicos de aquel suceso en el podcast “Un Café en la Central” del Benemérito Cuerpo de Bomberos.
“Me hacían preguntas. Recuerdo que yo contestaba ciertas preguntas, pero no recuerdo hablar lo suficiente para mantener una conversación larga. Sí, tenía mucho frío y mucho dolor en varias partes del cuerpo”, ratificó en el intercambio con el personal de Bomberos sobre la mayor tragedia aérea en tiempos recientes en el país.
En el impacto en la cima del cerro murieron:
-Mario Miranda, piloto, 40 años
Ruth Pamela Mora Chavarría, copiloto, 26
y los pasajeros:
-Gabriela Calleja Montealegre, 64
-Enrique Arturo Castillo Incera, 56
-Jean Franco Segura Prendas, 28
¿Qué recuerda?…
-Yo recuerdo que estaba en un estado donde me quedaba dormida, me despertaba, digamos que inconsciente, en el transcurso de esas horas. Recuerdo que llegó un muchacho, porque yo veía como luces, yo empezaba a llamar a pedir auxilio, entonces fue un momento que fue esperanzador, porque fue como que ya me encontraron.
Luego llegó uno de los rescatistas, uno de los que me encontraron primero, y ya me empezó hacer preguntas y demás, y ya se fue, me dijo ´que voy a ir por ayuda´, yo le dije ´que no me deje sola´.
El miedo que yo tenía era como que me volvieran a dejar sola.
En el momento que a mí me rescataron fue como super esperanzador.
Yo tenía la esperanza que me iban a encontrar, pero ya oscureció, ya hasta a mañana iban a buscarme.
Esa noche sí fue bastante larga
Esa noche sí fue bastante larga, y yo estuve en ese momento. Me hacían preguntas y decían que yo hablaba bastante.
Recuerdo que yo contestaba ciertas preguntas pero no que hablara lo suficiente para mantener una conversación larga.
Sí tenía mucho frío y mucho dolor en varias partes del cuerpo.
En el momento que a mí me tuvieron que quitar el abrigo porque estaba mojada, me estuvieron cubriendo con abrigos, con cobijas térmicas, no sé si eran como 3 o 4, pero yo tenía demasiado frío, para mí eso no era suficiente, y a mí me mantenían despierta, “¡Paola, despiértese!”, “¡Paola, tal cosa!”, pero yo por dentro “¡yo quiero dormir!”.
Tenía mucha sed
También tenía mucha sed, entonces yo “me regalan agua”, y me decían que no me podían dar, solo unas gotitas, y eso fue como una salvada, me ayudó bastante, y también sentía hambre, a pesar de todo, sentía hambre.
Entonces para mí fue muy bueno ese momento, a pesar de estar muy adolorida, fue una gran dicha que me rescataran.
Sí se me hizo eterno que me rescataran, porque yo preguntaba cuánto falta y me decían ya casi, ya casi, me llevaban cuenteada.
Yo quería salir que me llevaran a un hospital, que me digan lo que tengo y ya, yo suponía que estaba quebrada, pero no que iba a estar internada tanto tiempo, sin embargo, casi ocho meses y siento que estoy súper bien.
Hay cosillas que aún faltan con terapia, citas y demás que uno va recuperándose poco a poco, y también con ayuda de mi familia.
Me han aguantado todo
Me han aguantado todo, chichas, todo un poco, porque tampoco ha sido fácil.
Yo siempre he sido una persona independiente que le gusta hacer todo sola.
Entonces el hecho que tuvieran que ayudarme con un cambio de pañal, a buscarme la ropa, bañarme, entonces para mí eso era complicado, y en el hospital perder la vergüenza, porque uno era como un bebé que tenían que hacerle prácticamente todo, y poco a poco uno se va dando cuenta con el avance que ya uno va haciendo las cosas solo y yo en la casa hago ahorita ya todo sola.
Ya estoy como volviendo a la normalidad, ya es un proceso que ayuda bastante, entonces gracias a Dios aquí estoy, no sé cuándo me darán de alta, pero al menos ya estoy caminando, y es que un avance de estar postrada en una cama, pasar a una silla, después andadera, muletas y ahora bastón es bastante, es un proceso que cómo hace uno, solo con ayuda de Dios, porque así es.
Especial Benemérito Cuerpo de Bomberos, Costa Rica
Podcast “Un Café en La Central”