PuroPeriodismo/La Prensa, Nicaragua
Lenín Cerna y su rastro de sangre y tortura
- Fue fundador de la Seguridad del Estado, conocido y temido por hacer desaparecer físicamente a los “enemigos de la Revolución”
- Hoy es el prófugo número uno de los dictadores
- Lo ligan al atentado de La Penca
Gregorio Lenín Cerna Juárez se integró en 1965 al Frente Sandinista. Cayó preso tras asaltar bancos para financiar la insurgencia contra el dictador Anastasio Somoza. En la cárcel conoció a Daniel Ortega, otro reo político, con quien compartió celda durante siete años hasta ser liberados en diciembre de 1974, tras la toma de la casa del somocista José María Castillo Quant (Chema Castillo) por un comando sandinista.
Tras el triunfo de la Revolución, Cerna se forjó como el oscuro y siniestro personaje que lo ha caracterizado: un hombre frío, implacable ante los considerados “enemigos de la Revolución” y experto en actividades de inteligencia y contrainteligencia.
Su primera acción criminal se dio en octubre de 1979, cuando siendo cónsul en la Embajada de Honduras, planificó y dirigió meticulosamente el asesinato del mayor de la Guardia Nacional, Pablo Emilio Salazar (Comandante Bravo), utilizando como señuelo a su antigua amante, Miriam Barberena, y a los sicarios argentinos Enrique Gorriarán Merlo y Jorge Massetti, también involucrados en el asesinato de Somoza Debayle en Paraguay. La operación además contó con la participación de Renán Montero y del propio Cerna.
Luego de este “bautismo” criminal, Cerna asumió la Dirección General de la Seguridad del Estado, compartiendo acciones con Tomás Borge Martínez y Renán Montero, principal asesor cubano. Cerna y Montero mantuvieron roces debido a rivalidades profesionales.
En los años ochenta, Cerna se convirtió en un personaje mediático. Se mostraba en los medios oficiales y ante la prensa internacional luciendo uniforme verde olivo, gafas Ray-Ban, informando sobre presuntos atentados y detenciones de personas involucradas en actividades “contrarrevolucionarias”.
Lo ligan al atentado de La Penca
No dudó en eliminar a quienes consideraba una amenaza. Entre sus víctimas estuvieron exmilitares de la Guardia Nacional, empresarios, periodistas, y miembros de la “contra”. Participó en hechos como el atentado en La Penca, el asesinato del empresario Jorge Salazar, la Operación Navidad Roja, la humillación pública a monseñor Bismarck Carballo y el asesinato de Carlos Guadamuz.
Tras la derrota sandinista de 1990, Cerna ingresó al Ejército de Nicaragua como coronel e inspector general. Al retirarse, trabajó en la Secretaría del FSLN, formando comandos electorales y siendo secretario de organización. En 2007, ya en el poder Ortega, Cerna aseguró ser asesor presidencial.
Hoy, el que fuera “consigliere” de Ortega es perseguido por la codictadora Rosario Murillo, separado del círculo de poder y convertido en prófugo del régimen al que sirvió durante décadas.
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