Elecciones 2026/País debe escoger entre democracia o ruta populista-autoritaria, advierte Luis Antonio Sobrado, expresidente TSE

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Edgar Fonseca, editor/Foto Zoom PuroPeriodismo

El expresidente del Tribunal Supremo de Elecciones, Dr. Luis Antonio Sobrado González, no duda en advertir que el país enfrentará en las elecciones del domingo 1.º de febrero 2026 una encrucijada democrática: decidir si persiste en el rumbo populista-autoritario del presente gobierno o retomar una forma de gobernar plenamente apegada a las reglas institucionales.

“Los costarricenses tenemos que definir entre todos, aunque todos asumiremos las consecuencias, si persistimos en la ruta del populismo, que ha sido el trajinar del paí­s en los últimos casi cuatro años, o, si bien, volvemos a una forma de gobernar plenamente apegado a las reglas democráticas con respeto a la separación de poderes, en donde las instituciones sean reconocidas y fortalecidas por toda la comunidad, en donde, también, las formas de expresarse en la dialéctica polí­tico-electoral vuelvan a tener algunos mínimos de decencia y de buen manejo respetuoso del adversario que es eso, adversario político, y no enemigo”, ratificó Sobrado.

Lo expuso vehemente durante una entrevista que concedió a este editor ayer lunes 4 de agosto, vía Zoom Facebook Live. Video adjunto.

“Creo que nuestro paí­s ha dado los primeros pasos en esa agenda rumbo al autoritarismo y precisamente, por ello, la clave de la próxima elección no es solo quien ocupa el Ejecutivo sino, especialmente, si el movimiento polí­tico populista es capaz de controlar mayorí­a legislativa y, peor aún, 38 votos con lo cual es capaz de adaptar la Constitución a las necesidades del partido gobernante”, remarcó.

No descarto que, dependiendo del resultado de la expresión de la voluntad popular el dí­a de las elecciones, pueda haber un difí­cil desenlace con la resistencia de posible de algunos actores en aceptar su derrota electoral y, ojalá que no, pero siempre hay que estar atentos de preservar la tranquilidad del paí­s que puede resultar amenazada con algún brote de violencia”, advirtió el exjerarca quien ocupó la presidencia del TSE entre 2007 y 2021. 

Una verdadera encrucijada democrática

Usted prevé que estas elecciones pueden ser las más complicadas de los últimos períodos, ¿por qué?

-Creo que el primero de febrero próximo representa una verdadera encrucijada democrática del país. Los costarricenses tenemos que definir entre todos aunque todos asumiremos las consecuencias si persistimos en la ruta del populismo, que ha sido el trajinar del paí­s en los últimos casi cuatro años, o, si bien, volvemos a una forma de gobernar plenamente apegado a las reglas democráticas con respeto a la separación de poderes, en donde las instituciones sean reconocidas y fortalecidas por toda la comunidad, en donde también las formas de expresarse en la dialéctica polí­tico-electoral vuelva a tener algunos mínimos de decencia y de buen manejo respetuoso del adversario, que es eso, adversario político y no enemigo. No somos los únicos. No somos el único paí­s de América Latina y del mundo que vive esa encrucijada pero eso no lo hace menos grave y creo que el poder de las urnas nos da a todos los costarricenses mayores de 18 años la posibilidad de dar nuestra opinión y determinar, repito, si seguimos ese tenebroso camino o si recuperamos una serie de convicciones democráticas, porque en realidad no hay que olvidar que Costa Rica es calificada como una de las poquí­simas democracias plenas del mundo y hemos vivido un periodo de degradación democrática que arriesga esa posición. Así­ que es mucho lo que está en juego de cara al proceso electoral y tenemos que tomárnoslo con responsabilidad. Hay que involucrarse en este proceso polí­tico electoral, al menos como electores, al menos participando en esa toma de decisión colectiva que el paí­s tiene indudablemente que hacer. 

Puede haber un difí­cil desenlace

-¿Usted no ve este proceso como uno cualquiera, como uno normal, como uno más en la trayectoria que vení­a siguiendo el paí­s a lo largo de los últimos 70 años, luego de la fundación de la Segunda República?

-Sin duda alguna y le retrato lo que para mí­ son algunos de los elementos claramente diferenciadores: nunca como antes el costarricense inicia un proceso electoral con el nivel de debilitamiento del sistema de partidos polí­ticos. No me refiero a una agrupación en particular, me refiero al de las agrupaciones polí­ticas y no puedo dejar de observar un enorme desgaste, un gran deterioro y erosión de las lealtades partidarias. En las últimas encuestas, básicamente una minorí­a, impresionantemente reducida, dice sentirse parte o sentirse seguidor de un partido polí­tico y esto hace que la discusión electoral tienda a ser mucho más personalista y esto tiene un precio que pagarse en la dinámica polí­tica y donde vemos, además, que la corriente política del presidente, cuya figura fundamental es el presidente, se instrumentaliza, se canaliza, a través de agrupaciones que son realmente nuevos y sin una estructura significativa. Eso me parece el primer elemento diferenciador. Segundo, es la primera campaña polí­tica donde ese sector polí­tico parte de la desconfianza frente al árbitro de las elecciones, sea frente al Tribunal Supremo de Elecciones que hemos sido testigos de que ha sido ví­ctima de injustos ataques desde la Presidencia de la República y, finalmente, repito, una campaña polí­tica donde la interacción en redes sociales será particularmente importante, siendo este un espacio donde hay una enorme cantidad de maniobras de desinformación que, sin duda, permean la integridad del proceso electoral. No descarto que, dependiendo del resultado de la expresión de la voluntad popular el dí­a de las elecciones, pueda haber un difí­cil desenlace con la resistencia posible de algunos actores en aceptar su derrota electoral y, ojalá que no, pero siempre hay que estar atentos de preservar la tranquilidad del paí­s que puede resultar amenazada con algún brote de violencia. 

Estamos en una especie de golpes de Estado en cámara lenta

-El paí­s está ante una encrucijada y no debe de seguir el rumbo tenebroso del populismo. ¿Es así­ de peligroso, de riesgoso el entorno que usted observa para el sistema democrático costarricense en estos momentos? 

-Así­ lo veo. Hay que ver que la agenda de los populismos latinoamericanos no es extraña para aquel observador atento, una agenda que inicia por un triunfo electoral, por una constante descalificación de la prensa, por una crí­tica ácida al desempeño de los otros poderes del estado y se trata, además, de movimientos polí­ticos que, una vez en el poder, gracias a una mayorí­a legislativa, que es el punto clave de la próxima elección, no quien es el presidente sino quien controla la Asamblea Legislativa, pues esa mayorí­a populista logra obtener suficientes escaños solo o en alianza con compañeros de viaje, empieza la verdadera destrucción del Estado de derecho. Eso sucedió en Venezuela, eso aconteció en Nicaragua y eso está a punto de culminar en la República de El Salvador. Veamos que no es un golpe de Estado al estilo de los años setenta que, en un cuartelazo, se concreta en uno o en unos pocos dí­as. Aquí­ estamos en una especie de golpes de Estado en cámara lenta es decir es un primer momento donde hay un control del órgano parlamentario junto con el Ejecutivo y luego una cooptación del Poder Judicial, de la magistratura electoral y luego empiezan una serie de reformas, inclusive constitucionales, se va desmejorando paulatinamente el Estado de derecho. Acaba de pasar en El Salvador con la aprobación de la reelección indefinida, como antes ya habí­a pasado en Nicaragua, y como aconteció, también, en Venezuela, a contrapelo con la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y el final de ese proceso es un marco donde las elecciones son verdaderas farsas. No hay una competencia equitativa entre partidos diversos con igualdad de oportunidades para todos ellos. La división de poder es una caricatura realmente. No hay control real por parte del parlamento, por parte del Poder Judicial, por parte de la Contralorí­a y del órgano electoral respecto de la autoridad de gobierno y, por eso, son democracias que llegan a ser simplemente nominales. Simplemente tienen el nombre de democracia pero más allá de esas apariencias, vivimos en regí­menes autoritarios, de los cuales librarse no resulta fácil. Caer en la tentación autoritaria, entregarle el poder a un mesí­as polí­tico puede ser algo atrayente y puede ser algo rápidamente concretable, pero el camino de regreso es mucho más complicado. Pueden ser décadas y una gran cantidad de vidas y personas desperdiciadas en medio de ese proceso. Yo creo que nuestro paí­s ha dado los primeros pasos en esa agenda rumbo al autoritarismo y precisamente por ello la clave de la próxima elección no es solo quien ocupa el Ejecutivo sino, especialmente, si el movimiento polí­tico populista es capaz de controlar mayorí­a legislativa y, peor aún, 38 votos con lo cual es capaz de adaptar la Constitución a las necesidades del partido gobernante.

¿Es el paí­s o hay sectores particulares interesados en avanzar en esa ruta? 

-Sin duda hay un sector polí­tico definido y plenamente decidido a continuar por esa ruta. Dependerá de todos nosotros si accedemos a esa pretensión o si ,por el contrario, la rechazamos. Esa es la gran encrucijada del primero de febrero. Yo quiero ser claro. No llamo públicamente a votar por ningún partido en concreto sino únicamente a darle la espalda a los operadores políticos de corte populista por los riesgos que entrañan para la democracia costarricense.

Especial PuroPeriodismo/Entrevista al expresidente del Tribunal Supremo de Elecciones, Dr. Luis Antonio Sobrado

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