Edgar Fonseca, editor
A menos de cuatro meses de las elecciones nacionales y alejado de la campaña, el expresidente Oscar Arias pugnó ante los dirigentes del PLN a darle liderazgo y rumbo al partido cuyo candidato, Álvaro Ramos, pretende romper en febrero con tres derrotas consecutivas en comicios.
“No les voy a decir dónde poner el siguiente paso. Lo que sí les voy a mencionar son las condiciones esenciales para que puedan dar esos pasos: se necesita de un Liberación Nacional con liderazgo y con rumbo”, advirtió el exmandatario.
Lo hizo en una carta que envió al secretario general del partido, Miguel Guillén, en a que comunica que no asistirá a la celebración del 74 aniversario de Liberación por compromisos previos adquiridos.
“Cuando los tres Álvaros decidan finalmente iniciar la campaña deberían hacerlo como en el verso de Neruda, con una aurora enredada en cada sien, como en la canción de Víctor Heredia, sintiéndonos vivos en medio de tantos muertos, y como en el poema inolvidable de Violeta Parra, dándole gracias a la vida que nos ha dado tanto. Ese fue el Partido Liberación Nacional que me hizo dos veces presidente de la República, lleno de sueños, de ideales, de música y poesía”, dice el exmandatario.
Adjunto texto de la carta de expresidente Oscar Arias a Miguel Guillén, secretario general PLN
He recibido con profundo agradecimiento la invitación que me enviaste para acompañar al Partido Liberación Nacional en su 74 aniversario.
Sin embargo, compromisos contraídos con anticipacion impiden mi presencia en ese evento.
El aniversario de un partido político es un acto histórico y trascendente. Es una celebración en la que se nace y se muere al mismo tempo: se nace a la acción renovadora y se muere a la acción prefijada. No es fácil para un partido político mantenerse vivo a lo largo de muchos años. Tampoco es fácil transitar por los caminos que ninguna otra agrupación política ha transitado o transitó, pero no logró sobrevivir. El aniversario de un partido político es, por lo tanto, no solo un acto de
voluntad, sino una manirestacion de valentía.
Todos sabemos que este es el partido más viejo en la política costarricense, el que cuenta con mayor experiencia y el que le ha dado a Costa Rica la gran mayoría de sus conquistas durante los últimos 74 años. Desde la pureza del sufragio hasta las instituciones necesarias para garantizarla. Desde el voto femenino hasta la abolición del ejército. Desde una política exterior antibelicista hasta la pacificación de Centroamérica que nos valió el respeto del mundo, el Premio Nobel de la Paz v el inicio de los dos motores que han desarrollado a Costa Rica desde 1987: el aumento vertiginoso de la inversión extranjera directa y el auge del turismo. Todas éstas son conquistas que nos hicieron ganar el cariño del pueblo de Costa Rica. Son, también, conquistas del pasado. Honrarlas es el deber de un
liberacionista.
Dede el final de mi segundo mandato como presidente, en el año 2010, he vivido alejado de la política nacional; solamente he dado mi opinión sobre los acontecimientos internos cuando los presidentes me la han solicitado. Durante las campañas políticas, de igual manera, solo me involucré cuando nuestros candidatos me lo pidieron. Para mí la participación en la política es una oportunidad para educar: siempre dije lo que pienso y siempre hice lo que dije. “Soy liberacionista por amor a mi país” ‘, como cantábamos en 1985 junto a Alvaro Esquivel. Sin embargo, en esta época de incertidumbre desasosiego, cuando vemos con preocupación el aumento del populismo, el autoritarismo. los discursos antisistema, la demagogia y la mentira convertida en ideología, Liberación Nacional tiene la obligación de levantar nuevamente las banderas de la ilusión y la esperanza, así como recuperar la confianza en nuestro pueblo y en las instituciones democráticas que con mucho trabajo y esfuerzo hemos mantenido a través de los años.
Cuando los tres Álvaros decidan finalmente iniciar la campaña deberían hacerlo como en el verso de Neruda, con una aurora enredada en cada sien, como en la canción de Víctor Heredia, sintiéndonos vivos en medio de tantos muertos, y como en el poema inolvidable de Violeta Parra,
dándole gracias a la vida que nos ha dado tanto. Ese fue el Partido Liberación Nacional que me hizo dos veces presidente de la República,
lleno de sueños, de ideales, de música y poesía.
Le corresponde ahora al actual candidato contagiar de ese espíritu a todo el país.
Los más altos dirigentes de los órganos del Partido que hoy tienen en sus manos su destino deben recordar siempre su responsabilidad ante el pueblo de Costa Rica y su deber de conducir la barca a buen puerto.
No les voy a decir dónde poner el siguiente paso. Lo que sí les voy a mencionar son las condiciones esenciales para que puedan dar esos pasos: se necesita de un Liberación Nacional con liderazgo y con rumbo. El partido debe tener mucho cuidado de no caer en el
conformismo de pensar que los costarricenses apoyaran siempre y ciegamente a Liberación Nacional, sin antes ofrecerles garantías de que al final de cuatro años llegarán con certeza al destino prometido.
No les pido que cambien la dirección del viento. Solo les pido que enderecen las velas.
Miguel, un fuerte abrazo.