Edgar Fonseca, editor
En camioneta blindada, rodeada de matones armados, malencarados, intimidadores.
No la dejan ir a debates.
Y solo le permiten entrevistas light con los medios perifoneros, alfombras…
Cumple una puesta en escena estratégica, de la que nunca podrá deslindarse ni negar su rol.
Sin respuestas clave ante los acuciantes desafíos nacionales.
Porque no las tiene.
Por las mentiras acumuladas en estos cuatro largos años.
Porque no sabe responder.
Ni mide los exabruptos que le ordenan lanzar.
Como cuando atropella que “no se revuelca con cerdos”…
Porque no da la cara.
Y, si la da, es postiza.
Todo el mundo sabe a quién responde.
Quien es su “padrino”.
A quien le debe y le ha jurado lealtad con obcecación.
Es rehén de su destino.
Una mera marioneta que usan, usarán y desecharán a su antojo.
Y la venden, y se vende, como la pomada canaria.
Ojalá este país despierte ese 1º de febrero en las urnas ante este montaje, ante esta trampa.
Esta preciada democracia no merece caer en el abismo del continuismo gobiernista. En el abismo populista, autoritario, que acecha.





