El legado de Oscar Ramírez…

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Edgar Fonseca, editor/Foto LDA CR

En su momento, la entonces dirigencia de Alajuelense fue mezquina y carente de visión con Oscar Macho Ramírez.

Tras alcanzar un histórico pentacampeonato en 2013, cerraron ciclo con él y dieron paso a un proceso que llamaron de cambio, de renovación y de transformación.

Ramírez no cabía en el nuevo entorno.

En vez de apostarle a una formación superior suya en escuelas europeas o norteamericanas, lo dejaron ir en medio de los reclamos de la afición y de dirigentes por su estrategia de fútbol trabado, poco vistoso. Un fútbol que, sin embargo, llenaba las vitrinas erizas de copas.

Se hizo al margen y volvió a sus andanzas con la Sele que clasificó al Mundial 2018 en Rusia. Capítulo agridulce.

Su rastro futbolero se perdió un día cuando se informó que estaba aislado en su finca en producción de naranjas en el caliente Nandayure.

Alajuelense, mientras tanto, se hundía con su equipo masculino mayor en una racha insólita, inaceptable e impensable, de desperdiciar y perder final tras final, campeonato tras campeonato, mientras sus archirrivales hacían fiesta.

Una especie de corrosivo conformismo –intolerable en una institución de semejante trayectoria– permeó durante estos largos 12 años de sequía, salvo el parpadeo del Apertura 2020.

Ni las más rimbombantes contrataciones de entrenadores ni de jugadores locales y foráneos lograban sacar del foso a los manudos.

La racha se hizo eterna.

Pero hete aquí que en silencio, hace tres años, Ramírez, reapareció en el reducto rojinegro con el título de “visor de prospectos”.

Alguien lo fue a sacar de la bajura.

Alguien le abrió de nuevo las puertas en el Morera Soto y el espueludo estratega, quizás, un tanto reticente aceptó.

Lo demás es historia.

Retomó súbitamente las riendas del equipo mayor un Miércoles Santo (16 de abril de este año) y ocho meses después lo retorna a la cumbre del fútbol nacional.

Ese era el único mandato que habrá recibido por parte de la dirigencia.

Lo cumplió con creces tras haber cazado el tricampeonato Concacaf.

¿Qué sigue?

Del Macho no se puede esperar mucho ruido. Habla con resultados.

El Machillo regresó sin estridencias, sin promesas grandilocuentes. Volvió para ordenar, para reconstruir y para recordar cómo se ganan las finales. Su equipo no fue brillante siempre, pero fue sólido cuando importaba, reseña de su gesta el sitio ESPN.

Alajuelense volvió a sentirse grande, volvió a reconocerse campeón, ratifica el cronista.

¿Será que el fútbol tico necesita de un Ramírez para salir del foso en que quedó tras el desastre de la eliminación al Mundial 2026?

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