Cinco años después de la crisis económica, el desempleo juvenil ha aumentado a rangos similares de los de la gran depresión, y no hay ninguna señal de que las economías europeas, todavía apenas saliendo de la recesión, estén a punto de generar los empleos necesarios para llevar a los europeos nuevamente a integrarse a la fuerza laboral, y quizá no en sus vidas.