Chamorro llama a suspender elecciones en Nicaragua

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Edgar Fonseca M., editor www.PuroPeriodismo.com

San José-Carlos Fernando Chamorro Barrios, el más influyente periodista independiente de Nicaragua, desafió al Presidente Daniel Ortega a que suspenda las elecciones del próximo seis de noviembre como una manera de atenuar inminentes sanciones económicas al país desde el Congreso y el Senado de EE.UU. por el rumbo autoritario del régimen.
“Aquí todas las instituciones están colapsadas”, dijo en una reciente entrevista –vía Skype-que concedió desde Managua donde dirige el sitio Confidencial.com y desde el cual denunció, el 7 de octubre, que dicho medio es objeto de espionaje, acoso e intimidación por parte de agentes del Ejército de Nicaragua y del Frente Sandinista.

 

La entrevista de 36 minutos la concedió al periodista Edgar Fonseca M., editor del sitio www.PuroPeriodismo.com, en San José.

Para Chamorro Barrios sería clave “una profunda rectificación en el curso autoritario del Gobierno” para amortiguar el impulso que ha cobrado en EE.UU. la denominada Acta Nic, recién aprobada por la vía rápida y por unanimidad en el Congreso y que contempla el congelamiento de millonaria ayuda financiera a Managua.

“Bastaría con que las elecciones del 6 de noviembre se suspendan y se reorganice el Consejo Supremo Electoral, se restablezcan los derechos de los nicaragüenses en materia democrática y se convoque a nuevas elecciones a futuro para desmantelar completamente esa ley. Esa ley se derrota en Managua, no en Washington. Es aquí donde se puede corregir”, dijo Chamorro Barrios, vehemente.

Sin embargo, no cree que Ortega rectifique sino, más bien que agudice el rumbo autoritario y conduzca al país en un mediano plazo a una etapa insostenible de tensión social.

“Lo preocupante es que esto no es sostenible y, si uno visualiza el futuro de Nicaragua, es un futuro peligroso, incierto, porque por ahora no se puede ver cuál es la salida cívica, la salida democrática a este gran problema”, lamentó Chamorro Barrios, distinguido en 2010 con el prestigioso Premio de Periodismo María Moors Cabot, otorgado por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, Nueva York.

“El 6 de noviembre, en Nicaragua, habrá votaciones pero no elecciones. Esta no es una elección ni libre, ni transparente”, advirtió Chamorro Barrios de 60 años, quien, durante la primera etapa de la revolución sandinista en los años ochenta y principios de los noventa, fue una pieza clave de comunicación del régimen. En 1994 la cúpula sandinista lo expulsó de la dirección del desaparecido diario Barricada.

La bomba del espionaje

El viernes 7 de octubre, Chamorro Barrios sacudió a la opinión pública internacional al denunciar el espionaje desatado contra Confidencial por agentes del Ejército de Nicaragua y del Frente Sandinista.

A la línea informativa y editorial de los medios que dirige les caracteriza un fuerte tono investigativo y de denuncia frente al rumbo autoritario del régimen de Ortega, las violaciones a los derechos humanos, los abusos de poder, la corrupción rampante bajo un manto de secretismo y restricción oficialista a los medios de comunicación independientes.

Chamorro denunció “acciones ilegales de intimidación y espionaje político, perpetradas por agentes que se identifican como oficiales del Ejército de Nicaragua y operadores del partido de gobierno FSLN, en contra de trabajadores de Confidencial y de este medio de comunicación independiente, bajo mi dirección”.

Un vocero del ejército calificó dichas denuncias “sin pies ni cabeza”. Ha sido la única respuesta oficial a una denuncia con profunda repercusión internacional.

En la entrevista con PuroPeriodismo.com, Chamorro Barrios ratificó las denuncias y cuestionó la respuesta del ejército. “Lo que está haciendo el ejército es evidenciar que tiene muy poco respeto como institución y para la libertad de expresión en el país”, puntualizó.

-El 6 de noviembre no hay elección…

-Estamos a escasos días de las elecciones del 6 de noviembre, cuestionadas a nivel internacional e interno ¿Cómo califica el escenario previo a esa elecciones en que Ortega pretende reelegirse por tercera ocasión?

-El clima previo a estas elecciones ya estaba viciado desde que Ortega se reeligió por primera vez en el 2011 de manera inconstitucional y desde que anteriormente en el 2008 perpetró un fraude abierto en 44 municipios de los 155 del país en las elecciones municipales. Las misiones de observación electoral de la OEA y la Unión Europea, que estuvieron en el país en las elecciones del 2011, advirtieron el control partidario del Consejo Supremo Electoral y la falta de transparencia electoral, hicieron una serie de recomendaciones, las cuales ninguna se cumplió en este proceso electoral. Y el último golpe que Ortega le dio al sistema electoral fue, en primer lugar, establecer de manera arbitraria, porque no lo puede hacer él como presidente y tampoco como candidato, la prohibición de la observación electoral independiente. Es un derecho que está incluido en la Constitución y en la ley electoral, y él dijo: “no hay observación, son unos sinvergüenzas, que se vayan los observadores” y, en segundo lugar, suprimió el pluralismo político al cercenarle la representación legal del Partido Liberal Independiente a la Coalición Nacional por la Democracia que agrupaba a la fuerza opositora. Entonces el 6 de noviembre, en Nicaragua, habrá votaciones pero no elecciones. Esta no es una elección ni libre, ni transparente como no lo era antes, pero ahora tampoco es competitiva. Solamente concurre Ortega como candidato a la reelección a su segunda reelección consecutiva, con cuatro, cinco partidos colaboracionistas, que no representan a la oposición nicaragüense. Entonces en Nicaragua, como en 1974, cuando mi padre con otros 27 ciudadanos reivindicaron ante Somoza y cuestionaron la farsa electoral y dijeron que no hay por quién votar, se está repitiendo la historia. No hay por qué, ni por quién votar, y no es que la oposición o que los ciudadanos nicaragüenses quisiéramos ir a la abstención, es simplemente que ha habido una exclusión de participación de fuerzas políticas que representan la pluralidad de la sociedad nicaragüense. La gran pregunta es si en esta reelección Ortega va lograr intimidar, eso depende mucho del nivel de abstención que se produzca en noviembre de la gente participe, pero advierto, estamos en un sistema electoral absolutamente controlado. Los resultados que se van a dar ese día ya están escritos de antemano, ya sabemos que van a decir que hubo una altísima participación y una altísima votación para la reelección de Ortega.

-¿Cómo entender esta actitud de Daniel Ortega en el contexto de las aspiraciones democráticas que han movido a Nicaragua en los últimos 30 años, en los últimos 20 años particularmente, después de la elección de tu señora madre, doña Violeta en abril de 1990? ¿Cómo entender esta obcecación de Ortega en pretender asentarse permanentemente en el poder? ¿A qué está jugando?

-Está jugando a esos demonios que nos acosan en América Latina, el demonio del caudillismo en el poder y Ortega representa lo peor de esa cultura política tradicional, ahora combinada con un cierto mesianismo y sobre todo arraigada en ese aislamiento que llega a tener el caudillo, que ya no confía en nadie, ni siquiera en un partido, ni siquiera en sus propios colegas de una formación política, sino únicamente en su esposa y en su familia, porque, lo más peligroso de lo que está ocurriendo en Nicaragua, es que esto apunte a convertirse en una dictadura dinástica, familiar, como la que ya tuvimos en los años 40, 50, 60 y 70, que fue representada por la familia Somoza. Ahora esto no es solamente es un problema de un individuo, esto es un problema de cultura política nicaragüense, esto es un problema del fracaso de esta sociedad para poder construir instituciones. Mucho de corresponsabilidad en el ascenso del poder de Ortega es de la clase política representada por lo que en Nicaragua se conoce como la derecha liberal. El pacto que hizo en su momento Arnoldo Alemán cuando era presidente con Ortega, un pacto que sirvió para cobijar la corrupción y para facilitar el regreso al poder. Hay que reconocer también que el poder de Ortega hoy se basa en otros dos elementos adicionales, en primer lugar, en una alianza con el gran capital. Nicaragua hoy se parece a la Nicaragua de Somoza en el sentido que los grandes empresarios están haciendo negocios a su gusto y antojo. El lema de Somoza en su momento era “hagan plata, que de la política me encargo yo” y, por otro lado, es un régimen que ha tenido muchos recursos originados en la cooperación venezolana que ha sido desviada para canales privados y que le ha permitido al gobierno desarrollar una política asistencialista, que le permite generar apoyo popular. El régimen de Ortega es un régimen que tiene apoyo popular, es dictatorial, es excluyente, es autoritario, pero tiene, por un lado, el apoyo de la clase empresarial y, por el otro, cuenta con apoyo popular. Lo preocupante es que esto no es sostenible y si uno visualiza el futuro de Nicaragua, es un futuro peligroso, incierto, porque por ahora no se puede ver cuál es la salida cívica, la salida democrática a este gran problema.

La amenaza de la Nica Act

-¿Qué puede atenuar la amenaza, el riesgo que se está planteando en estos momentos con la Nica Act en el congreso estadounidense, que pueda tener un impacto a mediano y largo de una medida como esta que se vaticina en el entorno internacional?

-Lo que dicen todos los analistas políticos, empresarios y conocedores de la política norteamericana, es que una profunda rectificación en el curso autoritario del Gobierno bastaría para que esa ley, incluso nunca sea discutida. Bastaría con que las elecciones del 6 de noviembre se suspendan y se reorganice el Consejo Supremo Electoral, se restablezcan los derechos de los nicaragüenses en materia democrática y se convoque a nuevas elecciones a futuro para desmantelar completamente esa ley. Esa ley se derrota en Managua, no en Washington. Es aquí donde se puede corregir. Ahora, eso no va ocurrir. El Gobierno de Ortega no va en ese curso. Va en un curso de provocar, más bien, la confrontación y provocar una medición de fuerza, porque necesita fabricar enemigos y necesita mantener, de alguna manera, agrupada a su base política con el discurso, el relato, de que se están enfrentando a una amenaza externa. Entonces, desafortunadamente, todos los consejeros que le dicen a Ortega “usted debería hacer esto, debería hacer lo otro”, él no está pensando en absolutamente nada de eso. Lo único que puede resolver a mediano plazo esta situación es la emergencia de una fuerza nacional de cambio democrático en Nicaragua, que en este momento no existe. Es decir hay una oposición ilegalizada, y hay también fuerzas, hay movimientos sociales, que cuestionan el rumbo del gobierno, pero que no tienen en este momento la fuerza para convertirse en una alternativa política. Eso no es eterno. Así como la fortaleza del gobierno hoy parece inexpugnable, pero está basada en pies de barro, porque depende mucho del control unipersonal de un caudillo y de su familia. Los pueblos también se cansan y despiertan del abuso y de este tipo de situaciones. A corto plazo no hay salida; a mediano plazo sí creo que en Nicaragua se va generar un movimiento de cambio democrático”.

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 Espionaje, acoso intimidación a la prensa

 

-¿Qué es lo que está pasando con el periodismo independiente en Managua?

-Esta denuncia que nosotros hicimos se explica mejor como resultado de la regresión autoritaria que se ha vivido en mi país en los últimos nueve años. El periodismo nicaragüense tuvo una transición y una primavera muy rica en diversidad, me refiero a inicios de los años 90, precisamente bajo el gobierno de mi madre Violeta de Chamorro, se estableció en Nicaragua prácticamente como política de estado la tolerancia, emergieron muchos medios, se profesionalizó la prensa, y honestamente nosotros creíamos que eso era un proceso irreversible, que el establecimiento de medios diversos, la competencia, la profesionalización de la prensa y sobre todo la aceptación de que la prensa tiene un rol para fiscalización del poder, creíamos que era un hecho irreversible, sin embargo, con el regreso al poder de Ortega en el 2007, se ha venido produciendo una regresión, es una regresión política, hay un régimen autoritario en Nicaragua que apunta al control total de todas las instituciones y eso incluye la policía, eso incluye el poder judicial, eso incluye el poder electoral, pero además tiene sus propios proyectos de acumulación de medios. Hoy en Nicaragua, por ejemplo en la televisión, hay un duopolio en el control de la televisión que se divide entre los canales de televisión que controla la familia de Ortega Murillo como propiedad privada, no es el Estado ni el Partido, es la familia Ortega Murillo, y el que controla el empresario Ángel González. El Canal 12, en el cual nosotros producimos nuestros programas de manera independiente, es el único que está fuera del control de ese duopolio de nueve canales. Hay control de la propiedad, hay un bloqueo sistemático al acceso a la información pública de parte de la prensa independiente, somos muy pocos medios los que quedan fuera de ese control y hay una política de acoso e intimidación permanente. A diferencia de Honduras, de México y otros países, en Nicaragua, afortunadamente no se han producido casos extremos de violencia física contra periodistas, pero eso no exime al régimen de que la intimidación, el acoso y lo que he descrito son acciones restrictivas de la libertad de expresión.

 

-¿Qué específicamente denuncia ante la comunidad internacional en el caso de Confidencial?

-Lo que nosotros denunciamos es que un oficial del ejército de Nicaragua, de nombre Walter Abarca, alguien que se identificó con un carné del ejército y después nosotros corroboramos que es un Teniente Primero, que fue ascendido en el año 2014, llegó al domicilio de un técnico de Confidencial a reclutarlo para labores de espionaje- Prácticamente le llegó a demandar información sobre la seguridad de nuestras oficinas, sobre la seguridad de nuestro sitio web, sobre el sistema de protección anti-virus y que le proporcionara las contraseñas para poder ingresar al sitio web. Como este profesional se negó a esas presiones, le citó a una reunión en la que el oficial del ejército llegaría acompañado de un técnico, de un experto en informática, cuando esta persona viene a nosotros, a mi persona, a informarme de todo esto, pues evidentemente está bajo mucha presión, está muy nerviosa, y decidimos concurrir al Centro Nicaragüense de Derechos Humanos a documentar esta denuncia. Antes se había producido un fenómeno parecido con un trabajador del área administrativa, que igual fue visitado por dos operadores del FSLN, que lo citaron a un encuentro, supuestamente para hablar de asuntos de trabajo y le demandaron información sobre los movimientos de las fuentes informativas que vienen a nuestra redacción, querían información sobre nombres de personas, vehículos, placas, así como también le demandaron que debía de entregarlos a ellos el dispositivo, el disco duro con el cual nosotros trasladamos diariamente a Canal 12 los programas. Estos hechos son bastante descarados, bastante extremos, pero todo esto está relacionado también con vínculos que posiblemente las personas en Nicaragua tienen, o sus familiares tienen con el régimen, que ellos utilizan como un instrumento de coerción y presión. Decidimos guardar en reserva las identidades de estas personas, precisamente para protegerlos a ellos y a sus familias, por eso yo no puedo brindar detalles más allá de lo que estoy explicando de cómo ocurrieron estas cosas. La documentación se la entregamos al Centro Nicaragüense de Derechos Humanos y al cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua y al arzobispo auxiliar Silvio Báez, ellos conocen plenamente todos los detalles.

-El ejército dice que la denuncia “no tiene ni pies ni cabeza”. ¿Cómo considera esa reacción?

-Hace dos años, nosotros habíamos hecho una denuncia formal al ejército, le mandamos al jefe del ejército una investigación sobre otro acto de espionaje, en ese caso contra el periodista Ismael López, de nuestra redacción, que fue coaccionado por dos oficiales de la Dirección de Información para la Defensa del Ejército, un mayor y un capitán, no teníamos los nombres de los oficiales, pero describimos todo el acto, yo envié una carta pública al jefe del ejército y en esa ocasión la respuesta fue un poco más diplomática, la respuesta fue: “no vamos a investigar nada porque el ejército no hace labores de espionaje político”. En cualquier país normal, el órgano legislativo hubiera hecho una investigación, la policía hubiera hecho una investigación, pero Nicaragua no es un país normal, aquí todas las instituciones del Estado han colapsado y están sometidas al control político del Ejecutivo y, mejor dicho, del caudillo de Daniel Ortega y su familia. De manera que en esta ocasión, nosotros dijimos que en la Policía Nacional, en el ejército de Nicaragua hay oficiales altamente capacitados profesionalmente, que puede esclarecer este hecho en media hora, en medio día, sin embargo, no pueden actuar porque hay órdenes de arriba de que este tipo de denuncias queden en impunidad. El ejército lo que ha hecho es rebajarse así mismo en el sentido que al pretender descalificar nuestra denuncia, pues lo que está haciendo el ejército es evidenciar que tiene muy poco respeto como institución y para la libertad de expresión en el país. Ya sabíamos que eso podía ocurrir y por eso ni siquiera hicimos una denuncia, una petición a las autoridades. Hemos apelado a la opinión pública porque lo que sostenemos es que la libertad de expresión, no es patrimonio nuestro como periodistas, como reporteros, que es un derecho constitucional y estamos instando a la ciudadanía nicaragüense a defender ese derecho. Esto no es un problema de Confidencial, o de don Carlos Fernando Chamorro con el régimen, como alguna gente me dice a mí: “¿cómo va tu problema?”. No, no es mi problema. Es el problema de la sociedad nicaragüense a la que se le están restringiendo sus derechos constitucionales, además el espionaje político, y esto es solamente un pequeño ejemplo de cómo se practica, por supuesto que se sigue practicando en Nicaragua y otras formas, y está prohibido de manera taxativa por la Constitución de la República. Ese ha sido el objetivo de nuestra denuncia, poner esto en el debate nacional.

-Usted puso la denuncia bajo la garantía de dos figuras relevantes de la Iglesia Católica de Nicaragua, el cardenal Leopoldo y el obispo Silvio. ¿Por qué?

-Y, además de ellos, al Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, que preside la doctora Vilma Núñez, que es una institución independiente, que se ha convertido como el “Ombudsman” de esta sociedad. En Nicaragua hay una Procuraduría de los Derechos Humanos, pero es una extensión del aparato del Estado, no tiene ninguna autonomía, y como se han derrumbado todas las instituciones, aquí estamos básicamente en una sociedad, donde lo que queda como reserva democrática son personas que encarnan esos valores de integridad. Los obispos no son personas políticas pero son personas íntegras y el cardenal Brenes y el arzobispo auxiliar Silvio Báez simbolizan esa coherencia. Ellos como cuerpo, como Conferencia Episcopal, han hecho una serie de planteamientos sistemáticos, advirtiendo al país sobre la restricción de las libertades, sobre el problema del autoritarismo, sobre de la manipulación incluso de la religión y la pobreza, de manera que son figuras de la más alta estatura moral en Nicaragua, igual que la doctora Vilma Núñez, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos”.

 

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Periodista a sangre y fuego

Carlos Fernando Chamorro Barrios, de 60 años, casado, con tres hijos y nietos, lleva el periodismo en la sangre.

La muerte de su padre, el periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director del diario La Prensa, el 10 de enero de 1978, en un atentado en las calles de Managua, detonó la etapa final de la caída del régimen dictatorial de Somoza y enlistó en la lucha guerrillera a aquel joven, a sus 22 años, recién regresado de estudiar Economía en McGill University, Montreal.

“La muerte de mi padre cambió mi mundo”, le dijo Chamorro Barrios al New York Times Magazine en 2009.

Carlos Fernando tuvo un fugaz paso, en aquel momento, por La Prensa como reportero de economía, redactor editorial y columnista.

Aquel convulso ambiente lo llevó a enlistarse como un prominente militante en el área de comunicación del Frente Sandinista en la revolución que derrocó a Somoza el 19 julio de 1979.

Fue Viceministro de Cultura, Director del Departamento de Agitación y Propaganda y fundador y primer director del diario Barricada del régimen. Justificó, por la guerra, una censura implacable a los medios que llevó a cerrar en algunos momentos el diario La Prensa, propiedad de su familia.

Aquellas violaciones al ejercicio de la libertad de expresión, las anteponía por el cambio social no por las libertades democráticas, dice el New York Times Magazine. “Le debíamos un sentido de lealtad a la revolución, de autoprotección”, sostuvo en un artículo de la periodista Tina Rosenberg para dicho magazine.

El 23 de octubre de 1994, cuatro años después del inesperado triunfo presidencial de su madre Violeta Barrios, que dejó en shock al país, a Ortega y al Frente Sandinista, aquella intolerante cúpula política lo sacó “bruscamente”, lo purgó a él y a otros periodistas de la conducción de Barricada, cuando impulsaban su profesionalización, según El Nuevo Diario.

Desde1995, desde la trinchera del ejercicio independiente del periodismo, Chamorro Barrios, primero con el programa televisivo  Esta Semana y Cinco, –un centro de investigación social en la mira del régimen–, y luego desde la revista Confidencial (1996) , el sitio Confidencial.com y los programas de televisión diario Esta Noche. en el canal 12 de la televisión local, desde 2012, le han convertido en el comunicador independiente más influyente del país.

En 2010, la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, Nueva York, le otorgó el Premio de Periodismo María Moors Cabot. Lo reconocieron como “el periodista líder del país, un hombre de conciencia e integridad, un defensor de su pueblo y un honesto narrador de historias”.

“Lo acepto con humildad y entusiasmo, renovando mi compromiso con la memoria de mi padre, que sigue siendo mi primera inspiración”, dijo Chamorro Barrios al recibir la distinción junto a su esposa y sus tres hijos. En 1977, su padre había recibido esa misma distinción, poco antes de ser asesinado.

¿Por qué periodista?, le preguntó el diario La Prensa en 2012 y respondió: “Por la vocación de servicio público. Entré al periodismo después del asesinato de mi padre, por una motivación política. En el camino descubrí la vocación, y es de veras la profesión más hermosa que hay”.

“El periodismo lo llevamos en la sangre”, le dijo su hermana Cristiana Chamorro al New York Times Magazine.

-De cierta manera estás rememorando la lucha de tu padre, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, con esta que estás planteando frente a la nueva dictadura, frente a este régimen autoritario…

“Mi padre siempre es una inspiración en mi vida para mí, es un ejemplo difícil de imitar porque en esencia representa la congruencia, la integridad, la integralidad entre lo que se dice y lo que se hace y es algo que yo trato de tener presente toda mi vida, los valores de mi padre, de mi madre también, que es un ejemplo de honestidad y de integridad para este país y de muchas otras generaciones que en Nicaragua lucharon contra la dictadura de Somoza y para construir una sociedad más democrática, pero también una sociedad en la que impere la justicia social”, me responde Chamorro Barrios al mediodía del pasado jueves 13 de octubre.

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MAÑANA: Los empresarios, Bayardo Arce y Humberto Ortega

 

Ver también: The many stories of Carlos Fernando Chamorro. Tina Rosenberg, The New York Times Magazine, 20 de marzo 2009

-Periodismo contra el espionaje político. Carlos F. Chamorro, Confidencial, Managua, 7 de octubre 2016

-Herencia sanguínea. El Nuevo Diario, Managua, 27 de octubre 2008