Papa lavó y besó pies de mujeres presidiarias

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PuroPeriodismo/Vatican News

Las lágrimas y la sonrisa

Desde la cárcel de mujeres de Rebibbia, donde el Papa celebró la Misa in Coena Domini, pronunció un mensaje de esperanza para todos nosotros. Las lágrimas conmovidas de las reclusas y la sonrisa llena de ternura de Francisco son signos que testimonian el amor misericordioso de un Padre que no se cansa de perdonar.

Alessandro Gisotti

¿Por qué lloramos? Puede haber muchas razones: ira, alegría, conmoción. Lo que es seguro es que si las lágrimas salen de los ojos, es del corazón de donde nacen. Y por eso las lágrimas jamás dejan indiferente, tocan el corazón de quien las ve. Es lo que ocurrió ayer, cuando el Papa Francisco lavó los pies a doce presas durante la Misa In Coena Domini celebrada en la cárcel de mujeres de Rebibbia, en Roma. Algunas de ellas, ante el Papa anciano que caminaba en silla de ruedas, les lavó los pies y luego se los besó, rompieron a llorar. Un llanto conmovido, que parecía liberador, en un lugar que por definición circunscribe la libertad. Ciertamente, un llanto que brotaba del corazón.

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