Edgar Fonseca, editor
Cuando el país más necesita de rumbo en su conducción política.
Cuando más necesita de guía.
Cuando más necesita de orientación.
Cuando más necesita de sensatez.
Cuando más necesita de prudencia.
En fin, cuando más necesita de visión y de liderazgo, pareciera que la apuesta es por la farsa, la chabacanería y la venta de humo que, con perversa maestría, se consuma desde Casa Presidencial.
¿Cómo no interpretar de otro modo los resultados de la reciente encuesta CIEP-UCR que otorga crecientes cuotas de respaldo a la gestión del gobernante y de su equipo?
¿Cómo no interpretar de otro modo la volátil percepción de ese segmento de la opinión pública que, consciente o sedado pero evidentemente descontento, resentido, pierde de vista el trasfondo de una apuesta de improvisación política y gubernamental que apunta a socavar y desmantelar un sistema institucional, imperfecto pero modelo.
Ajustada a un guión que ha llevado en otras latitudes a cercenar, sin retorno, valores democráticos esenciales bajo la quimera de un “cambio necesario”, de un “mañana mejor”, de una “tierra prometida”.
Un “paraíso” que vendieron en la campaña electoral anterior y que, al cabo de tres años, tiene sumido al país en la ciénaga de sus peores índices de desarrollo, en educación, salud, seguridad, infraestructura: 61% de los encuestados no cree que este gobierno vaya a resolver los problemas más acuciantes.
En todo ello, hay retroceso desde el día uno de esta nefasta administración.
Sin rumbo, sin guía, ni, mucho menos, visión.
La apuesta es la fanfarronería de quien halló en estos tiempos de desconcierto e incertidumbre, el caldo de cultivo para empujar sus objetivos particulares.
Quedan 14 meses para que el electorado discierna en las urnas si, efectivamente, esta es la vía correcta para sacar al país del atolladero.
Mientras tanto, la farsa vende…