La súbita salida de Guima…

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Edgar Fonseca, editor

Alexandre Guimarães, uno de los técnicos más experimentados y calificados del país y de la región, deja la Liga en llamas.

Súbito fin de su ciclo en las tiendas rojinegras que se suponía iba a ser extendido y refulgente.

Se fue sin alcanzar el ansiado título nacional tras el que peregrina la institución, en la más larga y azarosa racha de su historia, 12 años en blanco, salvo un parpadeo en diciembre 2020.

Guimarães puede irse con la frente en alto.

Pero se va con ese sinsabor local en su vasta y reconocida trayectoria.

Con su llegada, la dirigencia manuda apostó a un proceso bajo las riendas, no de un improvisado, como ocurrió con otras contrataciones, sino de un profesional conocedor que podría darle un giro al rumbo erizo.

Conocedor hasta el tuétano, además, de los camerinos ticos.

Nada de eso lo pudo catapultar a lo que habría sido uno de sus mayores conquistas futboleras.

Así como entró sorpresivamente hace año y medio, así sale en medio del estridente murmullo de una afición, noble, pero frustrada y decepcionada de tanto fracaso.

Con una inversión millonaria, con una planilla “de lujo” a su cargo, cuesta entender qué falló.

¿Su concepto técnico? ¿Su aplicación? ¿Disciplina? ¿La falta de coraje y vergüenza, la falta de identidad rojinegra de algunas fichas “bomba”?

Guima se lleva cuantas explicaciones trate de buscar a su efímero paso por la Liga.

Cuesta entender, también, el odio que se cuela en contra de su persona, por el hecho de haber asumido, con responsabilidad y seriedad, un capítulo más en su quehacer profesional. ¿Qué le cobran?

P.D.-Su permanencia se hizo insostenible tras la inédita seguidilla de 10 empates. Y, con el “agua al cuello”, la dirigencia cortó relación.

La gran duda es ¿cómo reaccionará esa afición, si la próxima apuesta “in extremis” no da el fruto esperado de pasar a la siguiente fase y ser campeón?

¿A quién se van a encomendar?

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