Un triunfo en defensa de la institucionalidad…

14

Edgar Fonseca, editor

De nada le valieron las presiones.

Las amenazas.

Los ataques.

Los insultos.

De nada le valió la grosera interferencia para intoxicar y descarrilar la elección del directorio de cierre de legislatura.

Se quedó con las manos vacías en otro mayúsculo fracaso político, uno de los tantos que acumula desde aquella infame “sigan jugando de chapitas” con que despegó, en minoría, sin partido, sin equipo, sin plan de gobierno, ni proyecto político, su turbulenta relación con la Asamblea Legislativa.

Desde entonces, la consigna clara y perversa: atacar, cuestionar y tratar de deslegitimar a cualquier costo un contrapeso institucional clave como también lo es el Poder Judicial. Como lo es la Fiscalía General. Como lo es la Contraloría General de la República.

Ataques arteros, rastreros y crecientes que apuntan por igual a magistrados, jueces, fiscales, a jerarcas y oficiales policiales. O al pleno del Tribunal Supremo de Elecciones, un sensible objetivo de campaña.

Son ataques, que, sin embargo, como bien lo evidencia la reciente elección legislativa, se tornan estériles.

Se vuelven ruidosos por el eco de las redes, de las legiones de troles, bot, y por la obsecuencia de medios alfombra, que se le arrodillan y le inciensan.

Ruidosos y ensordecedores como su llamado a colmar las calles en contra del Fiscal General, convertido en el más estrepitoso revés de convocatoria pública.

Se cansó de intentar quebrar la voluntad del legislativo en el cuatrienio.

Y creyó que amenazar con la silla vacía en el ministerio de la Presidencia, en la agonía del periodo, finalmente doblegaría voluntades.

Hasta se creyó el espejismo de una candidatura desde sus entrañas.

La respuesta del Poder Legislativo no pudo ser más contundente ante tanta tozudez y ausencia de sensatez y de sentido común en las relaciones políticas.

Desdeñó que tenía un “gallo viejo” al frente…

Deja un comentario