Edgar Fonseca, editor/Foto Instagram Carolina Jaikel
Carolina Jaikel, esposa del exseleccionado nacional, Bryan Ruiz, confirmó que está bajo tratamiento médico en Houston por un diagnóstico de cáncer de pulmón con metástasis ósea.
Así lo dio a conocer el lunes 4 de agosto en la red Instagram.
“El 30 de junio llegó a mi vida un diagnóstico que me derrumbó por completo: me habían encontrado un cáncer de pulmón con metástasis ósea”, aseveró en el mensaje.
Confía en salir adelante gracias al tratamiento que es sometida y a su fe en Dios. Mensaje adjunto.
Dios está en todo lado
“La palabra cáncer siempre da miedo, pero sumada al término metástasis, los miedos se exponenciaron de maneras que hoy me cuesta describir.
Bryan manejaba el silencio, de camino a hacerme una mamografía para descartar que también hubiera metástasis mamaria, mientras yo lloraba descontroladamente, enloquecida, gritando y preguntándome qué iba a pasar con mis hijos a partir de ahora.
Un mes y unos días después de ese momento tan duro, siento que ha pasado una vida en medio. Veo para atrás ese instante grabado en mi cabeza y sonrío, pensando en que esa Carolina que no sabía la cantidad de bendiciones que venían en el camino y como este diagnóstico le iba a cambiar la vida.
Dios actúa de maneras tan increíbles que me empezaron a pasar cosas que parecían las más raras casualidades de la vida.
Dentro de ellas: un doctor que no estaba el país y volvía a CR (después de 2 años) justo el dia que necesitaba mi biopsia, la amistad de la especialista en cáncer de pulmón en Md Anderson con alguien cercano a mi entorno, y así podría contar muchísimas cosas más que pasaron, que son lo que hoy yo veo como hilitos de amor.
Esos hilitos de amor son la fuerza que maneja el mundo, son las conexiones nuestras con personas que queremos y que a la vez se conectan con otras personas que quieren, haciendo una telaraña gigante de amor.
Y mientras esos hilitos de amor pasaban en mi entorno, y mi tribu de amor y personas queridas movía cielo y tierra para que yo pudiera venirme a Houston a buscar el mejor tratamiento, llegó algo mucho más grande que las respuestas médicas. Entre la desesperación, la angustia, los miedos y, casi que obligada a no tener otra opción, empiezo a buscar a Dios.
Y la realidad es que para enfrentar un diagnóstico como el mio, se necesita una Fe con la capacidad de correr una maratón y a mi esto me agarró gateando. Pero Dios empieza a presentar ángeles en mi camino que me empiezan a acercar a Él:
una confesión en la iglesia de Las Ánimas para volver a comulgar, una novena (que se ha convertido en más de un mes orando) de amigos y familiares que me ha sanado el alma, amigos que empiezan a rezar por mi y mandarme versículos de La Biblia e invitaciones para ir a misa. Y algo empieza a cambiar.
En este punto, yo estoy en Houston, esperando trámites administrativos del seguro, bastante triste xq me estaba costando estar lejos de mis hijos y decidimos ir a misa.
Yo recibo la comunión y me arrodillo a rezar y siento en mi corazón un sentimiento súper fuerte que decía “el cáncer te salvó la vida”. Y ahí veo reflejado mis últimos meses, en mi casa, junto a mi familia e hijos, sana, con todo lo que deseaba e imaginaba e igualmente sentirme vacía. Y me doy cuenta lo vacía que me había sentido todos estos años. Un vacío no por falta de un esposo o familia q me ama, no por falta de una profesión o sueños, sino un vacío que sólo ahora puedo entender que viene de estar lejos de Dios.
Entre esos ángeles que Dios me mandó, uno de ellos me dijo que le hablara a Dios y yo le pregunté “cómo?”. La realidad es que no sabía por donde comenzar. Pero tenía tantos miedos y tanta incertidumbre que un día simplemente caí de rodillas a suplicarle que entrara en mi vida y no se fuera nunca más. Y así, entre días que salía todo fluído y otros que se sentía súper tieso y extraño, empecé a hablarle y a buscarlo. Y Él no se hizo rogar un segundo v empezó a aparecer en la forma más mágica de mi vida, para tomar control de cada cosa e iluminar TODO.
Y empecé a encontrarlo en el sol y en el lago en la ventana de mi hotel, en la amabilidad de cada persona, en las manos tomadas con mi esposo y las lágrimas de felicidad de mi papá, en las risas de mis hijos jugando con mi sobrino, en la taza de café compartida con mi hermana y cuñado y en la bendición de mi mamá.
Y empezó a hacer a un lado mis rencores y mis miedos y se fue haciendo un campito en mi corazón para llenarlo de Fé y esperanza y me fue dando seguridad y paz. Y yo empecé a enamorarme de sentirlo y a intentar buscarlo en otros lados y lo seguí encontrando.
Porque Dios está en todo lado, y cuando le abrimos nuestro corazón no hay lugar donde nos deje solos.
Hoy mi proceso de sanarme físicamente comenzó y mi proceso de sanar mi alma y mi corazón está más fuerte que nunca, y a pesar que sé que es un proceso médico el que tengo que vivir, mis ojos están puestos en Dios con Fé.
No ha sido un mes fácil, han habido millones de lágrimas, pero nunca he estado sola y Dios me ha mandado miles de ángeles que me han dado la mano, que me han mandado un mensaje y me han mostrado su amor. Voy a vivir mi vida eternamente agradecida con cada uno de ustedes.
Como me dijo un grandísimo amigo “el cáncer no es muerte, el cáncer es vida y nos enseña a vivir”. Y como le dije yo “y yo voy a hacer todo lo que tenga que hacer porque yo quiero vivir”.