Elecciones 2018: desafección partidista es colectiva

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  • El masivo desapego de los votantes  con los partidos hace incierto, a estas alturas,  el vaticinio de los resultados de los comicios venideros o dar por un hecho el retorno de equis partido al poder, advierte Víctor Ramírez, respetado estratega político
  • Los escándalos presidenciales del 2004 fueron la punta del iceberg de la corrupción pública y afianzaron a la democracia tica. Hoy es más madura, vibrante y crítica, destaca.
  • Al gobierno Solís le cobran la factura de una alta expectativa de cambio insatisfecha.

Edgar Fonseca M., editor PuroPeriodismo.com

San José-¿Se enrumba el país a unas elecciones en el 2018 con resultado sorpresivo como en el 2014?

¿Tiene garantizado equis partido su retorno al poder en los próximos comicios?

Quien diga a estas alturas que un partido tiene segura su vuelta a Zapote en las elecciones del domingo 4 de febrero de 2018, no percibe con clarividencia la efervescente caldera política del país.

Víctor Ramírez, estratega clave en las principales campañas electorales del Partido Liberación Nacional en los años ochenta y noventa, hoy distanciado de esas tiendas, ni chista al emitir su sentencia: “En la población hay una desafección (partidista) colectiva”.

Y, como tal, vaticina que el país podría estar a las puertas de un escenario parecido al de los comicios anteriores cuando, de la nada, Luis Guillermo Solís, se alzó en las dos últimas semanas de la campaña con un inesperado triunfo en primera vuelta y un arrollador respaldo en segunda vuelta.

Ese sorpresivo resultado evidenció un “deseo enorme” de la población costarricense de que no continuaran los mismos que estaban gobernando. La gente, enfatiza, votó por un cambio.

Cuando le cuestiono el sinsabor colectivo con el rumbo de la administración Solís, admite que no es fácil de complacer la expectativa de cambio con un ciudadano tan crítico y escéptico como lo es hoy el costarricense.

“Yo voté por usted para que haga las cosas distinto. Si usted no las hace en la dimensión en que yo creo que tenía que haberlas hecho, lo critico”, cree Ramírez que es la factura que le pasa la opinión pública al Presidente Solís. Aunque dice tener referencias de encuestas recientes de que el declive de imagen ya no es tan pronunciado.

Tales apreciaciones las hizo en una entrevista que concedió al periodista Edgar Fonseca, editor de PuroPeriodismo.com la tarde del martes 24 de enero en su residencia en el barrio La Paulina, costado norte del campus de la Universidad de Costa Rica.

Ya no tienen a la gente en el bolsillo…

-¿No es fácil vislumbrar para las próximas elecciones, como algunos plantean, a equis partido retornando al poder o equis candidato definido prácticamente?

-No, para nada. Porque hoy en la población hay una desafección colectiva. Antes era muy fácil. Uno tenía de antemano, cualquiera que fuera a un 35%, 40%de la población metido en el bolsillo. Hoy nadie tiene a esa población en el bolsillo. ¡Qué mejor ejemplo que la elección del 2014! Un hombre que en diciembre aparecía todavía con el 4% o 5% en todas las encuestas terminó de presidente de la República. Si eso no nos indica el profundo cambio de la sociedad costarricense en muchos campos, en el campo político, si tenía el 5% eso era imposible en toda la época que vos y yo conocimos antes, jamás. Pues, en diciembre, don Luis Guillermo tenía un 5% y crece como la espuma en las ultimas dos semanas de enero y en los primeros días de febrero termina quedando de primero en la primera vuelta y lo más asombroso se nos olvida, en la segunda obtiene casi el 80% de los votos. Eso es impresionante.

-¿A qué atribuís ese 80%?

-Creo que había un deseo enorme de la población costarricense para que no continuaran los mismos que estaban gobernando. Eso es todo. Los costarricenses han dicho: “yo no quiero ya más, quiero hacer un cambio”. Ya hoy valorarán si ese cambio fue correcto o no y eso es otro tema ahora, pero que en ese instante los costarricenses, de manera abismal, fuerte, decían: “yo no quiero más, con lo mismo de siempre” que se demuestra de manera contundente en la segunda vuelta, 77-78%. Eso es una cifra que no se da en las democracias en general. Es un pueblo casi de manera total, expresando que está descontento con los cosas como se venían haciendo y le depositan a un desconocido, a un partido pequeño, que no ha gastado casi nada en comparación con los otros, lo que el PAC había gastado en la primera vuelta es el 3-4% de lo que habían gastado los grandes. ¿Qué nos dice eso?, que igual toda esa parafernalia no sirve para nada.

-¿En qué quedó debiendo este gobierno?

-Se generó un profunda expectativa de cambio. Pero las más recientes encuestas, la percepción y la reacción de la opinión pública es severa, crítica hacia la administración. ¿A qué atribuís este sinsabor tan generalizado?

-Porque la gente votó por un cambio. ¿Ahora que significa cambio para cada uno de los ciudadanos?, eso podríamos pasarnos miles de horas porque cada quien tiene su mundo, cada quien tiene una idea distinta, pero era algo distinto a lo anterior. Entonces, en general, ¿hay un cierto simplismo en los seres humanos?, claro que lo hay y siempre lo habrá. Ni son filósofos, ni tiene porque serlo, ni ser grandes analistas y, además viven en otros mundos distintos a la vida política y entonces dice: “yo voté por usted para que haga las cosas distinto. Si usted no las hace en la dimensión en que yo creo que tenía que haberlas hecho, lo critico”. Eso es un poco lo que le ha ocurrido a este gobierno. Me dice gente seria, relacionada con encuestas, que ese declive en que ha vivido el gobierno, de estar con 1.3 millones de votos en la segunda vuelta –casi la totalidad de los costarricenses le dieron el visto bueno– con un declive en el primero, segundo año, muy fuerte, muy crítico; era casi de buen tono hablar mal del gobierno y decir que no respondió a las expectativas de la gente, me dicen que hay un repunte. ¿Qué tan fuerte? No lo sé. Siento que existe. No significa por eso que vaya a salir muy bien. Eso habrá que verlo, pero es natural. Es un ciudadano muy escéptico, con el cual casi será imposible que nadie quede bien, porque además, los problemas de una sociedad como la nuestra o cualquier otra, muchos son, honestamente, imposibles de solucionar. ¿Quién va a arreglar el problema del transito en este país? Nadie. Usted puede crear hasta un metro maravilloso, pero nuestras carreteras son del tamaño que son, nuestras montañas son del tamaño que son, nuestras ciudades son con las callecitas que tenemos y el número de carros son los que son, y nosotros tendríamos que acostúmbranos, como otras sociedades, a tener ese problema. Sería mentirle a la sociedad, hacerle creer que alguien va venir a solucionarle el problema del tránsito, para decir solo ese, o que la miseria que lleva 30 o 40 años de estar en el 20%, usted la va poner en el 10%. Eso es mentir. ¿Terminarán todos los políticos prometiendo esas cosas? Sí, como todos, pero muchos de esos problemas son imposibles de solucionar”.

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Los escándalos presidenciales, la punta del iceberg

Los escándalos presidenciales que sacudieron al país en 2004 fueron la punta del iceberg de la corrupción en la función pública, a juicio del estratega Víctor Ramírez. Que los conociera la opinión pública fue sano para la democracia costarricense, destaca.

– El país vivió a inicios de los 2000, 2004 particularmente, escándalos presidenciales mayúsculos. Cimbró la institucionalidad se ha dicho y alguien decía: “la opinión pública perdió la inocencia” en aquel momento. ¿Cómo dimensionas el impacto de esos escándalos en la vida reciente de la historia de la democracia de Costa Rica?

-Perdió la ingenuidad, es una gran cosa. En la vida política, la pérdida de la inocencia, en la vida política en general, en el más amplio sentido de la palabra es una cosa extraordinaria. Que hoy la humanidad, en general, ha perdido la inocencia como nunca antes en la historia, de eso no hay ninguna duda, en todos los ámbitos. Hoy sabemos, mejor que nunca antes, cómo se cocina la vida en el Vaticano, dentro de los muros del Vaticano o dentro de los muros de la iglesia en general o cómo se cocina la vida en Wall Street, para decir otras murallas que hasta hace poco estaban muy bien acorazadas o cómo se cocina la vida en la Casa Blanca o en Zapote o en la Federal Reserve o en el Banco Central o en las diferentes instituciones. Que los ciudadanos sepan mejor cómo son las cosas reales, es algo muy sano para la vida democrática. Es mucho mejor el costarricense de hoy que dejó de ser “mariachi” o “Figueriachi” y que nacía con alguna de esas dos tendencias y que pasaba toda su vida simplemente relacionado con esa posición que casi había heredado desde niño. Hoy, como resultado de esa ausencia de la inocencia, a la inmensa mayoría de los costarricenses no les interesa casi para nada la referencia del ’48.

-¿Por qué?

-Primero porque tiene muchos años de haber ocurrido. Cuando nosotros teníamos, hace 40 o 30 años, pues había pasado 30 o 40 años menos. Hoy para todos estos jóvenes que nacen con una libertad mental y emocional, en la que ya esa referencia por lo menos en el sentido negativo de la palabra porque está bien conocer la historia, pero no la referencia en sí misma de que yo soy calderonista o figuerista como si estuviera un tatuajes puesto en el cerebro y no podía pensar en otra manera, eso ¿era más democrático? No era más democrático, es mucho más democrático tener que lidiar con una población como la de hoy que no tiene ninguna afiliación cerrada de antemano sino que tiene un espíritu crítico, como son hoy todos los millenials y diría todas las personas en general casi de 40 o 50 años para abajo desvinculadas del mundo electoral como lo conocíamos cuando el bipartidismo y en los cuales por lo tanto convencerlas o engañarlas o enamorarlas es mucho más difícil que en el pasado.

-Esas experiencias casi traumáticas que vivió el país con los escándalos presidenciales al nivel institucional, ¿las consideras algo sano para la democracia y para la vivencia democrática?

-Conocer la realidad siempre es más sano, siempre, en todos los campos. “La verdad os hará libres”, dijo Jesús. Eso es aplicable a todo. La negación o hacerse el loco sobre cualquier hecho, yo tengo una enfermedad, yo puedo disimular, yo puedo querer no ver mi problema de salud o económico o existencial o lo que sea, siempre es más sano la verdad y si la verdad dijera que había corrupción en el poder, como estamos hoy convencidos porque los hechos nos lo dicen, y estamos seguros de que lo que conocimos es solo la punta del iceberg, es decir que hay muchos otros casos de corrupción que no los conocimos. Entonces, ¿qué es más sano, saber que esa realidad es así o creer que esas personas son santas palomas que únicamente están ahí para beneficiar a los pobres y a los ciudadanos costarricenses? ¿Qué es más sano, saber que hay pedofilia en la iglesia, para poner en otro campo, qué son muchos los sacerdotes que de muchas formas no responden a los requerimientos de lo que debería ser un apostolado cristiano? ¿Qué es más sano? ¿Conocer esa realidad o creer que todas esas son santas personas?

 

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La democracia tica está vivita y coleando…

En la vertiginosa era de la información, la democracia costarricense vive uno de sus mejores momentos. Es más madura, más crítica, más vibrante, sostiene Víctor Ramírez.

La pregunta que nos hacemos en muchos segmentos de la sociedad costarricense, ¿cuál es el momento que está viviendo esta democracia?

-La democracia como todas las grandes palabras un concepto que está siempre en evolución. Todas las grandes palabras: paz, libertad, justicia, belleza, democracia, entre ellas, son palabras que viven en continua evolución y en épocas como la actual en las que hay en general altísimos grados de libertad y espíritu crítico en el mundo, es quizá la palabra política más importante de todas, Cuando a mí me dicen en qué cree usted, yo no creo en ningún partido, no creo en principio en ninguna persona por lo menos ninguna, en creencia siempre muy escéptico, creo en la democracia, ese ámbito de libertad y de igualdad en el que se forjan todos los días las opiniones de los ciudadanos sobre el acontecer de la vida colectiva, de la vida pública y de cualquier otro tema importante. La democracia es para mí la más rica de los conceptos de la vida política que, repito, ya no podemos abundar más, vive en evolución y actualmente vive una evolución profunda, en general en el mundo y en particular en Costa Rica.

-¿Cómo describirías el estado de la democracia de Costa Rica en este arranque del siglo XXI?

-Está vivita y coleando con mucha intensidad porque, pongamos el contexto más importante que vive hoy el mundo, vivimos, en la más profunda revolución comunicacional y cultural de la historia. Esto no tiene parangón en la historia. ¿Por qué? Porque toda esta tecnología nueva que hoy posee casi todo el mundo, un celular, una computadora es hoy acceso a una infinita cantidad de temas. Si quiero ver pornografía pues, eso es lo que veo, pero si lo que quiero es estar al tanto de los mejores, de los más importantes acontecimientos, de las mejores ideas las puedo tener en el celular de una manera inmediata. Todas las revoluciones de la historia, las más grandes, las más lúcidas, los acontecimientos, yo diría, más importantes de la evolución de la cultura general de la humanidad y de la cultura política, ¿cuál es el elemento central de esos acontecimientos? La información, el flujo de la información crece, en esos momentos, de manera exponencial y se acelera. Estamos en la más profunda revolución cultural mediática y comunicativa. Todos somos un poco fotógrafos, un poco periodistas, un poco opinadores de la vida política y esa profunda interacción de los ciudadanos hoy enriquece de manera enorme el juego político y el juego de la democracia.

-¿Qué significado tiene un fenómeno como este para el ciudadano en una democracia como la costarricense?

-Si comparamos, cualquier momento de la historia, podemos irnos a veinte, cuarenta, ochenta, cien años atrás, ciento veinte… Y no hay ninguna duda de que las posibilidades de conocimiento que tiene hoy el ciudadano en general sobre los diferentes hechos de la vida pública son en principio mucho mayores que nunca antes en este momento y si la democracia es un juego de ciudadanos, es la participación fundamentalmente del mayor número de ciudadanos

sobre los aspectos críticos de esa sociedad, las posibilidades de que hoy sea mucho más madura y rica nuestra democracia están absolutamente presentes. Un ejemplo: La Nación desde toda la vida ha tenido su sección de editorial y sus Cartas a la columna. Antes de la época del Internet, aparecían cinco, siete u ocho cartas a la columna al día, hoy aparecen también unas cartas, pero lo que todos sabemos es que mucho más de esas cartas, cada una de las noticias importantes tienen a veces decenas de comentarios de los usuarios de manera que una sola noticia a menudo puede tener 70, 80, 100 comentarios. Ese es un ejemplo, pero lo puedo casi transponer a casi cualquier otra cosa en la que hay mucho más democratización. Es mucho más de doble vía. Antes La Nación era casi de una vía, nosotros recibíamos esa información que ustedes en el periodismo y en cualquier periódico del mundo serio por supuesto seleccionaba para sus suscriptores, pero hoy es tan fuerte el conocimiento que tiene cada ciudadano con tanas posibilidades de estar al tanto de las cosas, más allá de cualquier periódico y de cualquier televisora, mucho más allá. Que las posibilidades de comunicación, de expresión popular son hoy mucho mayores que en ningún momento antes de la historia. Hace 20 años el mundo era completamente distinto al de hoy y entonces si la democracia es de nuevo la participación activa de los ciudadanos, hoy hay mucho mayores posibilidades de que vivamos una democracia más rica, más madura, más fuerte, más intensa que en ningún momento anterior.

-Para una sociedad como la costarricense en medio de este fenómeno, ¿cuáles crees son desafíos significativos?

-Siempre será una desafío porque nunca ha dejado de serlo, que los poderes públicos, que los gobernantes y que los políticos actúen con mayor honestidad, decencia y eficiencia de lo que normalmente ocurre. La política, el poder corrompe, lo dijo Lord Acton, y el poder absoluto corrompe absolutamente. No hay un solo caso en la historia en que eso no sea así. Hay grados, en algunos países hay más, hay menos pero el poder corrompe. Eso es una ley tan potente como la ley de la gravedad. Es casi intrínseca con la naturaleza humana. La democracia es, entre otras cosas, el sistema que conoce la humanidad, como decía Winston Churchill, “el peor que conozco, pero los otros son peores”. Es el mejor que conoce la humanidad para disminuir la ineficiencia y la deshonestidad de sus gobernantes. Si nosotros consideramos que hay mucha deshonestidad e ineficiencia e incapacidad y pocas ideas, quite la democracia y usted puede estar seguro que eso se multiplica al infinito. Ejemplo reciente en la historia humana hay muchos, pero reciente es la implosión de la Unión Soviética que a veces no nos damos cuenta lo que significó. Un imperio, la sétima parte de la tierra con misiles, con un poderío militar enorme, implosiona sin un solo tiro. Se cae así como un grupo de naipes, se viene al suelo. ¿Por qué se viene al suelo? Porque la ineficiencia, la corrupción, la ausencia de libertad, la ausencia de espíritu crítico que había en ese Imperio era de tal magnitud que implosionó y la democracia, con todos sus defectos, que siempre los tendrá, nos muestra que es capaz de reducir, como ningún otro sistema, los grados de ineficiencia y deshonestidad que, en general, se presentan en la vida pública y en la vida privada de cualquier sociedad”.

VER TAMBIEN: Elecciones 2018-La campaña no tiene dueño

 

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