Presidente: ¡el país quiere trabajar!

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Edgar Fonseca, editor

Carta abierta al presidente Carlos Alvarado.

Señor presidente, lea con prudencia, con visión pero con decisión y determinación las señales de estos convulsos tiempos.

Escuche el clamor ciudadano.

Esas decenas de manifestantes frente a su casa son solo la punta del iceberg de un sentimiento que acongoja a lo largo y ancho del territorio nacional.

El país, sobre todo su sector productivo, no resiste una semana más de cierre.

Esos más de 500 mil compatriotas sin empleo no deben generar frías reacciones de buena voluntad desde los alejados pasillos oficiales de gobierno.

Con la brutal pandemia sanitaria, el país enfrenta la pandemia económica-social de una generación.

A usted le correspondió gobernar en este traumático capítulo de nuestra historia.

Guíe, lidere, decida a la luz de estos tiempos.

Guíe, lidere, decida a la luz de esas descarnadas cifras de desempleo, de ese devastador cierre de empresas, sobre todo de las pequeñas y medianas.

Palpe, escuche y resuelva conforme el clamor público.

No se quede atrincherado junto a sus consejeros técnicos sanitarios.

Declare a su gabinete en estado de emergencia.

Que su equipo económico desmienta a quienes le acusan de ineptitud y de insensibilidad ante ese neurálgico sector productivo generador de cientos de miles de empleos, hoy perdidos o en un tormentoso suspenso.

A su lado tiene a poderosas e influyentes figuras procedentes del sector privado.

Pídales que sumen de urgencia, la voz, el consejo y la experiencia de quienes lideran las empresas más exitosas, fuentes de miles de empleos.

Abra su gabinete.

Abra sus decisiones.

Escuche.

Que los más experimentados, los más capaces, sumen sus voces a una toma crucial de decisiones que ayude cuanto antes a retomar una senda de normalidad en la actividad económica, bajo todos los protocolos que sean necesarios, bajo todos los rigores y las sanciones previstas.

Suficientes han sido cinco meses de confinamiento, de aislamiento, de encierro y de abrupta parálisis económico-productiva.

Mande señales que le rescaten credibilidad en su gestión.

Ponga sobre la mesa la conveniencia de ese cierre de la segunda quincena de agosto que lo único que hará será aumentar las pérdidas, la incertidumbre y el descontento.

Resuelva con prudencia pero con realismo.

¡Queremos trabajar”, gritan los manifestantes por aquí y por allá.

No deje que la protesta al frente de su residencia se le convierta en otra pandemia nacional.