Edgar Fonseca, editor/Foto TV Sur Noticias, Pérez Zeledón
Tras 8 días de perpetrada la matanza de seis personas en la finca de un estadounidense en Llano Bonito de Buenos Aires, Puntarenas, una de las mayores masacres de la historia del país, el OIJ no tiene sospechosos detenidos y quedan dos cuerpos por identificar y entregar a sus familiares, confirmaron fuentes oficiales este lunes.
El robo sigue como la hipótesis más fuerte para los investigadores en este caso en que perecieron Stephen Paul Sandusky, estadounidense residente en el país de 61 años; el mecánico César Quesada Cascante, de 44 años, su esposa Claudia Villarevia Rivera de 41 años, maestra de enseñanza especial en Rivas, el hijo de ambos, Daniel de 20, y la pareja: Willy Borbón Muñoz de 38 años y su esposa Anyelic Zúñiga Rodríguez de 40.
El mecánico, su esposa e hijo y los dos acompañantes viajaron hacia esa finca la mañana del domingo 17 a reparar una maquinaria agrícola.
Con ellos se perdió contacto celular desde las 8:30 a.m., aproximadamente, por lo que sus familiares entraron en preocupación y avanzada la noche viajaron hasta el sitio donde constataron la matanza.
No hay detenidos
En este momento se está trabajando en lo que respecta a la victimología de las personas fallecidas, respondió hoy un portavoz oficial del Organismo de Investigación Judicial ante consultas de este editor.
Además, dijo, se está trabajando en el análisis de indicios que fueron recuperados en el escenario para futuras comparaciones, análisis de elementos balísticos recuperados en los cuerpos encontrados.
Por el momento –aseveró– la hipótesis más fuerte es el robo mediante asalto a la vivienda. Las diligencias de campo continúan.
De momento no hay personas detenidas como sospechosas de cometer estos hechos, confirmó la fuente.
Informó que en relación con los cuerpos de los fallecidos, han entregado cuatro de ellos.
En la Morgue Judicial quedan dos, a los cuales se les están realizando los análisis forenses para su identificación plena y posteriormente sean entregados, añadió.
También dijo que el OIJ no tiene estimado solicitar colaboración a cuerpos policiales internacionales para el desarrollo de la investigación.
Tras pruebas y evidencias de un hecho “grotesco, alarmante”
Las investigaciones iniciales, sostuvo hace 8 días Walter Espinoza, director OIJ, se dirigían a tratar de recolectar pruebas y evidencias que ayudaran a esclarecer qué pasó en el sitio y quiénes serían los supuestos autores de un hecho que calificó de “alarmante y grotesco”.
No tenían claro, amplió, la hora en que ocurrieron las muertes de estas personas, lo cual dependería de las autopsias y otras pericias forenses.
Más allá de eso, transcurrida una semana del sangriento suceso, crecen las interrogantes sobre qué pasó ese domingo en dicho sitio, a partir de qué momento se desencadenaron las violentas acciones y en particular, quiénes estarían detrás de la ejecución de esta masacre que culminó con el hallazgo de los seis cuerpos, al menos dos de ellos calcinados, casi a medianoche del domingo.
Lo ocurrido mantiene conmocionada a la región y desafía la capacidad de respuesta del OIJ.
Dos semanas antes, el director del OIJ alertó en una comisión legislativa el ambiente de inseguridad en esa vasta región y lamentó la carencia de suficiente personal para atender la creciente criminalidad ligada, en particular, a grupos narco.
Un viaje tempranero con un desenlace mortal
Cinco de las víctimas viajaron hacia la finca en Llano Bonitio a eso de las 6:30 a.m. desde Linda Vista de Rivas de Pérez Zeledón a unos 60 kilómetros de distancia.
Tenían planeado regresar a mediodía para celebrar un almuerzo de cumpleaños al papá de Cesar, Eladio Quesada.
César Quesada, quien tenía unos 10 años de repararle maquinarias agrícola e industrial al norteamericano, viajó con su esposa e hijo y la pareja amiga hacia la finca de Sandusky a acabar un trabajo que había dejado inconcluso el jueves anterior al suceso, contó su tío, José María Quesada, a TV Sur Noticias de Pérez Zeledón.
Quesada, quien es dueño de un restaurant en Rivas, detalló que su sobrino tuvo un último contacto celular con un amigo de Rivas a quién le pidió detalles, vía mensaje, de unas conexiones eléctricas como a las 8:15 a.m. y tras esto, poco antes de las 9 a.m. se perdió todo contacto con él y con su familia.
Pasadas las 4 de la tarde a la familia le entró mayor preocupación.
Incluso a las 9 p.m. intentaron llamar a Stephen, a quien conocían desde hace 12 años, pero no respondió, lo que les extraño aún más, pues pese a que hablaba poco español, siempre les respondía las llamadas.
Ya para ese momento su hermano, Eladio, padre de César se dirigía hacia la finca en Llano Bonito y una hora más tarde lo llamó para confirmarle la muerte de todos.
Presentí algo malo
Don Eladio Quesada confirmó al mismo telenoticiero que intentó comunicarse con su hijo desde temprano pero no le fue posible.
Ratificó que ese domingo la familia le tenía preparado un almuerzo para celebrar su cumpleaños por lo que esperaban a César y su familia de regreso a mediodía.
“Nosotros estábamos esperando a César para una comidita porque yo cumplía años”, contó al noticiero a la entrada de la finca de la masacre.
Después de la 11 a.m., al pasar las horas y ver que no se comunicaban le entró más inquietud.
“No contesto ninguno de los tres”, aseguró.
“Yo presentí algo malo”, relató don Eladio al ratificar que ni César, ni su esposa, ni su nieto le devolvìan llamadas.
“Nunca en la vida me negó una llamada”, afirmó.
“En la noche ya no aguanté y como a las 8 de la noche nos vinimos”, detalló sobre su movilización hacia la finca de Sandusky, a la que debieron ingresar a pie, ya que los carros en que iban no subieron debido a lo dificultoso del terreno.
La residencia en que vivía Sandusky solo, está construida sobre una loma a mil metros de altura dentro de una propiedad de 104 hectáreas que el norteamericano tenía a la venta en $1,8 millones.
El papá llegó de primero a la escena
Don Eladio fue el primero en arribar a la escena del múltiple homicidio.
“Yo llegué de primero. Vi el carro de César. Me alegré. Creí que estaba en la casa del señor. Comencé a llamarlo, cuando vi que estaba tendido”, narró.
Le habían tirado unos plásticos encima como para quemarlo, contó.
Y así empezó a constatar la magnitud de lo acontecido cuando descubrió el resto de cuerpos, calcinados al menos dos de ellos.
El de Daniel, su nieto, apareció a cierta distancia de la casa, en lo que sus familiares suponen fue un fallido intento de huir del sitio.
Quedó frenado por un portillo, narró su tío José María Quesada, quien cree que sus parientes llegaron ese domingo “en el momento equivocado” al sitio y resultaron víctimas del ataque.
Don Eladio ratificó que su hijo tenía 10 años de trabajar para el estadounidense en reparación de distinta maquinaria.
Tras el hallazgo, la primer alerta llegó al OIJ de Buenos Aires a la 1 a.m., confirmo Walter Espinoza, director general.
Los agentes llegaron al sitio a las 2:38 a.m.
Equipos especializados de intervención no solo policial sino de investigación y pericia científica se movilizaron a la zona y tras 8 días de ejecutada la acción reina absoluto hermetismo.