Como zombies…

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Edgar Fonseca, editor

Parece que perdieron su razón de ser.

Su identidad.

Su personalidad.

Actúan pero nadie sabe cuanto de aquello, que dicen, hacen, pregonan o acuerpan es fingido.

O forzado.

Los ve usted en el acto circense de cada miércoles, en las giras o en los actos oficiales.

Sumisos.

Con la cabeza baja.

La mirada perdida.

Pero conscientes que no pueden salirse del libreto que les montan.

Ni apartarse del show del titiritero.

Entonces quedan al desnudo.

Sí. Son meros títeres a escena.

Nada les vale.

Nada les importa.

Llamados al podio, acuden prestos, agachan la cabeza, se encogen de hombros, asienten y se retiran.

Y, como zombis, respaldan cualquier disparate, arrebato o desatino que aquel les lance.

Desde un invento de megafraude fiscal hasta el sueño de opio de una megacárcel.

Sin crítica, disenso, cuestionamiento o rechazo. Cual culto mesiánico.

Lo último incitar a un enfrentamiento fratricida.

Todos quienes estuvieron allí no solo aplaudieron sino que se convirtieron en cómplices de uno de los más infames episodios que recordará la historia desde los estrados presidenciales.

“La lucha por la Presidencia no vale el derramamiento de una gota de sangre de un costarricense”, sentenció el abogado y preclaro ciudadano, don Alberto Echandi Montero, en 1923, al declinar una candidatura presidencial.

Esa quizá ha sido una distinción de vida cívica de este país con todas sus virtudes y defectos.

Hoy hay quienes olvidan ello, cegados, quizá, por la ambición del efímero poder. O, por la lealtad al amo.

Metástasis…

Por respeto al Estado de derecho, los ministros de Justicia y Seguridad deberían renunciar.

Pero temo que la metástasis populista, autoritaria, es profunda en el gabinete.

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