Edgar Fonseca, editor
Inventaron que el IVA iba a subir del 13% al 16%.
Inventaron que era una decisión tomada.
Inventaron el rudo golpe que implicaría a los bolsillos de los consumidores cuando apenas se digiere la entrada en vigencia del controversial impuesto.
Pero se vieron arrollados por la ola de su mentira.
El reciente episodio de fake news (noticias falsas), rápidamente propalado por politiqueros y sindicalistas inescrupulosos, desnuda a esos falsos profetas, lobos que con piel de oveja, tratan de llevar agua a sus molinos en las revueltas corrientes de estos días.
Sirve también para que los ciudadanos no caigan, tan fácilmente, en las trampas difuminadoras de falsedades que se les tienden a diario desde las redes.
-Dude, cuestione, pregunte.
-No dé por un hecho, de buenas a primeras, la infinidad de versiones que trascienden sobre temas y acontecimientos.
-No acepte como real una versión aislada, sin fuentes, ni sustento.
-Cerciórese de la fuente de su información; ¿cuán seria y responsable ha sido a lo largo del tiempo?
-¿Se trata de una fuente, un medio, reconocido, estable, profesional, o responde a “una ave de paso, de mal agüero”, como la que propagó el reciente infundio?
-Cerciórese del sustento de la versión o si fue lanzada al vacío sin pruebas, evidencias, datos, declaraciones.
-Cuestione los fundamentos de la versión que le dan.
-Dude cuando le presenten una opinión como un hecho.
-Contraste las versiones que le llegan con la realidad, con su realidad.
¿Son certeras o, como en el caso de marras, finalmente se diluyen en su falsedad, en su mentira, en su falta de seriedad?
Entre más escéptico, entre más crítico, entre más “arisco” reciba tales versiones, más apreciará el valor de la verdad.