Dennis Meléndez Howell, economista
Hace muchos años, en las décadas de los 70 y 80, Recope era la caja chica del Gobierno, gracias a la política de “estabilización de precios de los combustibles que asignaba al Poder Ejecutivo la potestad de fijarlos.
Tenía avionetas, helicóptero, casas de vacaciones para sus empleados, financiaba asociaciones de desarrollo comunal y otras a su gusto y antojo, construía plazas de fútbol y daba donaciones a iglesias y obras de todo tipo.
Era el tío rico del Estado.
Eso motivó el traslado de la fijación de los precios al SNE, que luego se convirtió en ARESEP.
Parece que hoy el gobierno se encontró otro tío rico: el INS.
Graciosamente, y sin ningún estudio ni procedimiento, le donó 75 mil millones de colones para financiar el gasto corriente y ahora, están brotando, como abejones en mayo, los proyectos para que el INS los financie.
Acaba de donar, con el apoyo casi unánime de los diputados (solo un diputado se opuso), mil quinientos millones, nada más y nada menos que al CNP, institución cuyo cierre urge, para un proyecto de mercadeo agropecuario cuya factibilidad no está demostrada. Y aunque lo estuviera, esa no es la fuente adecuada para financiarlo.
Y vienen otros proyectos en camino, para los cuales se piden miles de millones al INS, como el de financiar el tren eléctrico del Caribe.
Independientemente de si las obras son buenas o no, lo grave es que se están desangrando, desordenadamente, las reservas del INS.
Si se viniera una contingencia de grandes proporciones que demandese muchos recursos (como un terremoto de gran intensidad) y el INS, no tuviera para aportar lo que le corresponde como parte de sus coaseguros, todo mundo pegaría el grito al cielo.
Y entonces, eso dará pie para que los intervencionistas se llenen la boca coreando que la debilidad del INS se debió a la apertura del mercado.
¿Cuándo entenderán los políticos que cada actividad tiene un propósito y que empezar a hacer un arroz con mango (como el ICE construyendo carreteras) es una pésima práctica? Esa no es una forma inteligente de gobernar.Si es que el INS, una vez provistas todas las reservas de contingencia tuviese un exceso de utilidades (que podría ser señal de tarifas muy altas gracias a su poder monopólico), se podría contemplar la repartición de utilidades a su único dueño (el Estado), pero de manera ordenada, transparente y pareja, para usarlas para cubrir el enorme déficit.No se vale que quien tenga más galillo trague más pinol.
¿No es que el Gobierno tiene un déficit que amenaza llegar al 11% del PIB?
¿Adónde sería más útil reubicar los recursos que “le sobran” al INS?
A los señores diputados, que parecen dispuestos a aprobar todas las ocurrencias que les proponga el Ejecutivo, por favor, tengan consistencia y dense cuenta el desorden financiero que están autorizando a un gobierno que solo sabe gastar. Y esto, por más que la zona de San Carlos sea electoralmente muy atractiva.
Fuente: Facebook Dennis Meléndez Howell