Edgar Fonseca, editor
“En este momento el aliado preferido de la administración Trump en Centroamérica no es Costa Rica, sino El Salvador. ¿Por qué? Porque se ha convertido en una especie de carcelero subsidiario de ciertos grupos o de ciertas personas”, afirmó el periodista y diplomático, Eduardo Ulibarri, exembajador de Costa Rica en la ONU (2010-2014).
Así lo sostuvo durante un conversatorio compartido, el martes 29 de abril, con el expresidente del Banco Central, Rodrigo Cubero y este editor — vía Zoom Facebook Live— sobre la recta final de la administración del presidente Rodrigo Chaves, las relaciones internacionales, diplomáticas y comerciales del país en medio de la guerra arancelaria desatada por la administración Trump.
En dicha conversación ambos analistas coincidieron en descartar que durante el año final de la administración Chaves Robles vayan a darse reformas estructurales en ámbitos como la salud, educación o el económico-fiscal.
El diálogo político entre gobierno y oposición está roto, advirtieron.
A las puertas de la que se prevé una tensa campaña electoral, apelaron a la sensatez del ciudadano costarricense durante el proceso y en las urnas el próximo primero de febrero.
Especial PuroPeriodismo
Eduardo Ulibarri, periodista, diplomático, exembajador en ONU
“El aliado preferido de la administración Trump en Centroamérica no es Costa Rica, sino El Salvador. ¿Por qué?”
-“Desde un punto de vista político y es algo sobre lo que yo he venido reflexionando bastante en estas últimas semanas, y parto de lo siguiente: hasta el 20 de enero de este año o sea el día en que Trump toma posesión para su segundo periodo presidencial sucediendo a Joe Biden, Costa Rica había sido el aliado privilegiado de Estados Unidos en Centroamérica, por una serie de razones. Un país que en una región bastante convulsa tradicionalmente e inestable pues ha sido un bastión de estabilidad de democracia, con un estado de Derecho sólido, con una capacidad dentro de sus limitaciones para conciliar desarrollo económico con desarrollo social, un país que le ha apostado a las instituciones multilaterales, a las reglas como base del sistema internacional tanto en el ámbito político como en el ámbito comercial mediante toda una estructura institucional o lo que se llama una serie de regímenes internacionales que han garantizado cierta estabilidad internacional importante, un país que le ha apostado a la defensa de los derechos humanos, a la defensa de la paz, a la defensa de el ambiente o al desarrollo sostenible. Con una política exterior muy alineada con principios y con valores y con decisiones de la política exterior estadounidense. Costa Rica se ha definido como parte del mundo occidental. La retórica tercermundista del sur global y, todo lo demás, en Costa Rica no ha echado raíces.
Todo esto nos hace a nosotros como el interlocutor privilegiado y, además, un país que de todos los de Centroamérica, es el que más ha logrado beneficiarse del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos. Todo esto nos da una posición frente a Estados Unidos muy sólida y muy estable. Pero, ¿qué ha pasado últimamente? y si hacemos un cierto vistazo a iniciativas, actitudes, amenazas de la administración Trump, primero es una administración que tiene un gran desdén por el sistema internacional, por el multilateralismo y por las reglas como elementos dentro de los cuales conducir las relaciones entre los países sean relaciones comerciales, relaciones políticas e incluso en relación con los ímpetus imperiales de algunos países, en este caso Rusia, en relación con Ucrania. Un país que no solo o una administración, porque no es el país, una administración que no solo pone en cuestionamiento el impacto humano en deterioro ambiental sino que, más bien, asume una actitud hostil de cara al ambiente, renuncia a cualquier liderazgo ambiental y ve con malos ojos aquellos países, aquellas instituciones, incluso aquellas empresas que hacen una apuesta al ambiente o a otros valores más amplios como pueden ser la inclusión, la diversidad, y la igualdad. Un país, también, que dentro de sus propias fronteras comienza a desdeñar el Estado de derecho, el debido proceso y los derechos humanos y, además, un país que, de pronto, no tiene a la democracia como un valor fundamental para conducir relaciones internacionales y que, más bien, son relaciones de poder con una dimensión muy transaccional y, además, desdeña el multilateralismo y se basa en una actitud unilateral bastante agresiva a ratos.
Todo esto hace que los valores tradicionales de la política exterior de Costa Rica y aquellos elementos de la convivencia nacional, local, que han alimentado esos valores de nuestras relaciones internacionales ya no son importantes por lo menos en la misma medida que lo eran antes para Estados Unidos.
Entonces yo me temo que en este momento, digamos, el aliado preferido de la administración Trump en Centroamérica no es Costa Rica, sino El Salvador. ¿Por qué? Porque se ha convertido en una especie de carcelero subsidiario de ciertos grupos o de ciertas personas que expulsa Estados Unidos, y entonces nosotros estamos como país en el ámbito político, en el ámbito diplomático ante una coyuntura que también es muy delicada y que, por supuesto, se suma a la coyuntura de un impacto más inmediato que es la económica, la comercial y la de inversiones que es, como frente a un aliado tradicional que en cuestión de 100 días, que se están cumpliendo hoy, trastoca por completo los fundamentos de una política exterior con la cual nosotros teníamos enormes facilidades, nos ve y nos puede tratar, mientras a la vez internamente muchos de esos valores se debilitan porque se ha debilitado la política ambiental, la política de apoyo a la democracia también se ha debilitado severamente y una serie de ventajas desde el punto de vista del desarrollo social también se han visto erosionadas.
Ni rupturistas ni hostiles ante EE.UU.
Creo que esto a nosotros como sociedad nos pone retos que se añaden a los retos económicos y creo que hay que darle pensamiento. Yo realmente no tengo una respuesta de qué hacer pero digamos sí coincide en algún sentido con que así como nosotros debemos buscar y fortalecer los acuerdos, las dimensiones comerciales de nuestras relaciones con otros países, debemos fortalecer también nuestras relaciones políticas y creo que aquí un interlocutor fundamental para nosotros debe ser la Unión Europea porque, tal vez en este momento, es la potencia regional con la que nosotros tenemos más afinidades en todo sentido y eso hay que privilegiarlo. No con una actitud rupturista y menos hostil hacia Estados Unidos porque eso sería un suicidio y, además, no es lógico porque seguimos teniendo una gran cantidad de similitud de valores y de objetivos por lo menos con la sociedad estadounidense, no necesariamente con esta administración, pero bueno y tratar, además, de fortalecer otros nexos con países que son afines. Hubo elecciones en Canadá y se renovó el mandato del Partido Liberal y del primer ministro James Carney o países de Asia como puede ser Japón, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, o algunos países de América Latina importantes y donde hay un respeto básico al Estado de derecho, eso hay que desarrollarlo más y eso pasa entre otras cosas por un servicio diplomático mejor dotado, más activo y con un liderazgo más visionario”.