• “Afortunadamente nos tocó en esta casa de California y no en Costa Rica”, dice sobre la cuarentena que vive allá.

Edgar Fonseca, editor/Foto Uriel Molina, diario La Prensa, Managua

Al cantautor nicaragüense, Carlos Mejía Godoy, exilado en Costa Rica, la pandemia del coronavirus lo pescó en California cuando se disponía a abordar un vuelo hacia San José.

Y allá permanece, bajo cuarentena, en la casa de una hermana.

A sus 76 años, dice estar cumpliendo al pie de la letra las indicaciones de la OMS.

“Afortunadamente nos tocó en esta casa de California y no en Costa Rica. Nuestro apartamento allá en San José es cómodo, pero tiene un área más limitada”, resalta en una entrevista que concedió al periodista Fabián Medina del diario La Prensa de Managua.

“Cuando a comienzos de abril mi esposa Xochitl y yo nos disponíamos a volar hacia Costa Rica, esta pandemia nos obligó a permanecer aquí, en la casa de mi hermana Conchita, casada con un ciudadano ruso. Ellos han sido verdaderos ángeles para nosotros. La casa es espaciosa”, cuenta.

Pecó por omisión, dice

Lleva el sandinismo en sus venas pero pide perdón por lo que reconoce fue “un silencio cómplice” de su parte al no separarse y denunciar los vicios y desviaciones que palpó en los inicios del régimen del FSLN que encabezó Daniel Ortega en 1979 tras el derrocamiento de la dictadura de Somoza.

“Grave error. Y hoy me confieso ante mi pueblo. Con toda la gallardía de mi alma: mi silencio resultó siendo cómplice. Desde mi opción cristiana, caí en el pecado de omisión”, confiesa.

“Los Ortega Murillo son peores que la pandemia”, sentencia.

Ibamos para Costa Rica

¿Dónde está ahora mismo Carlos Mejía Godoy? Si se puede saber, claro…


-Me encuentro en California. En una ciudad situada a dos horas de San Francisco. Cuando a comienzos de abril mi esposa Xochitl y yo nos disponíamos a volar hacia Costa Rica, esta pandemia nos obligó a permanecer aquí, en la casa de mi hermana Conchita, casada con un ciudadano ruso. Ellos han sido verdaderos ángeles para nosotros. La casa es espaciosa. Tiene un jardín grande donde tomamos el sol cada mañana y eso nos brinda cierta libertad de acción. Me siento bendecido porque aquí hay un piano acústico en perfectas condiciones, lo que me permite ejercitar mis limitadas facultades pianísticas y, lo más importante, poder componer canciones nuevas e interpretar música popular y clásica.

De salud, regio

¿Cómo anda de salud?


-Sin ánimo de ser triunfalista, en mis 76 años me siento más vital y optimista. Porque, si bien es cierto, el exilio prolongado es un desgaste físico y espiritual, cuando pienso en la situación dramática de nuestros hermanos dentro y fuera del país, encarcelados, amenazados, perseguidos y ahora más golpeados por la peste global del coronavirus, siento que soy privilegiado. En mi última estancia en Costa Rica me hice un chequeo general y para la avanzada edad que tengo me encuentro en condiciones óptimas.

En California con su esposa Xochitl Acatl. (Foto cortesía)

Afortunadamente en California y no en Costa Rica

¿Cómo está viviendo esta pandemia del coronavirus?


-Afortunadamente nos tocó en esta casa de California y no en Costa Rica. Nuestro apartamento allá en San José es cómodo, pero tiene un área más limitada. Aquí estamos cumpliendo al pie de la letra, con la familia de mi hermana, todas las recomendaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Y desde aquí estamos siempre exhortando a nuestros familiares y amigos de Nicaragua que, a pesar de la demencial y criminal actitud del gobierno Ortega Murillo, lo más emergente es quedarse en casa.

En España, Carlos Mejía y su esposa Xochitl con Pablo Milanés, su esposa Nancy, y Lesther Gaitán (quien los llevó a ese país). (Foto cortesía)

¡Mi deber era renunciar!

¿Carlos Mejía Godoy sigue siendo sandinista?


-Por supuesto que sí. Porque mi sandinismo no me llegó a partir de un broche o un carnet. Jamás fui elevado a militante por una ceremonia tal o cual. Mi militancia tiene su raíz en mis convicciones, muchos años antes de mi inserción orgánica en el FSLN. Es más, una vez más lo declaro: no me arrepiento de haber entregado los mejores años de mi vida, como artista y como ser humano, a una causa que abracé de corazón. Estoy absolutamente convencido de que ese era el camino correcto. Pero eso sí, mucho antes de la derrota electoral, empecé a percibir todo tipo de vicios que se contradecían con aquella “mística revolucionaria” de nuestro catecismo. Y por primera vez voy a ser categórico en esta afirmación: ¡Mi deber era renunciar!

“Pecado de omisión”

¿Por qué no lo hizo?


-Por aquel bendito pretexto de no hacerle el juego a la derecha y al imperio. La coartada facilista: tengo que seguir luchando desde dentro. Grave error. Y hoy me confieso ante mi pueblo. Con toda la gallardía de mi alma: mi silencio resultó siendo cómplice. Desde mi opción cristiana, caí en el pecado de omisión.

“Entré al FSLN pobre y salí más pobre”

También se podría pensar que para no perder los privilegios que tenia como cantor de la revolución.


-Nunca tuve privilegios ni, gracias a Dios, jamás me lucré a la sombra del poder. Devolví la casa que habitaba, a sus legítimos dueños y me fui a alquilar vivienda como cualquier ciudadano común. Puedo declarar con orgullo: entré al FSLN pobre y salí más pobre cuando me retiré. Y ese será el único patrimonio que dejaré a mis hijos: un puñado de canciones dignas y una vida honesta, dedicada a una sola idea, casi obsesiva, a decirle al mundo que Nicaragua es un país hermoso, de gente laboriosa e inteligente, pero traicionada por sus gobernantes.

¿Como ve Nicaragua desde el exilio, a dos años de los hechos de abril 2018?


-Estoy muy tenso con todo lo que está ocurriendo en Nicaragua. Los Ortega Murillo son peores que la pandemia, por eso ellos no reaccionan y se burlan de forma criminal de la OMS. Considero que esta actitud genocida va a acelerar progresivamente la caída del régimen.

Ver: diario La Prensa, Managua