Edgar Fonseca, editor/Foto Fuerza Pública
El ministro de Seguridad incurre en un error de bulto al justificar un intempestivo operativo dizque para “tomar” Alajuelita y rescatarla de las garras de las bandas narcocriminales que hoy la desangran.
El desmantelamiento de los minicarteles que asedian esta y otras localidades no será obra de acciones súbitas, muy propias de show mediático.
Ese objetivo no se logrará de la noche a la mañana, como por arte de magia.
El ministro debe ser consciente de ello.
La batalla contra el narcoterrorismo requiere de una rigurosa estrategia e inteligencia policial, interinstitucional, ausente a lo largo de este periodo de gobierno.
Error de bulto: atacar al Poder Legislativo y al Poder Judicial, apegado a un libreto presidencial presto a esquivar responsabilidades, cuando más estrecha coordinación institucional se debe.
El eslabón policial, administrativo o judicial, es solo una parte de la respuesta del Estado ante la emergencia que hoy atraviesa el país.
Se requiere, simultáneamente, de profundas reformas legales que pongan al día la legislación ante el embate de las mafias del crimen organizado.
En esa tarea andan de manera coordinada y responsable el Congreso y la Corte. El Poder Ejecutivo dio un paso al costado, inaceptable y censurable.
Se trata de implementar un paquete de disposiciones legales que, tampoco van a surtir efecto mágico de la noche a la mañana, pero sumadas a urgentes acciones en el ámbito social, en el rescate de comunidades y barriadas marginadas y vulnerables, facilitarían a mediano y largo plazo la batalla contra el fenómeno de la inseguridad.
Sin ejército, sin estado de excepción, sin 100 mil presos “sentenciados de hecho” a cadena perpetua, y en una grotesca violación de derechos penales juveniles, bajo el modelo Bukele, con que no pocos sueñan aquí, la expectativa es cómo Costa Rica resolverá esta emergencia.
La respuesta es simple pero crucial: debe ser a través de su asediado sistema institucional, conforme su rica tradición democrática, ejemplo mundial.
Lanzarse a ruidosos operativos, con el desgaste que significa para una Fuerza Pública, mal equipada y adiestrada, poco contribuye en el objetivo fundamental anhelado por nuestra sociedad.
No se sorprenda el ministro si crece la frustración pública al palpar que tales acciones son flor de un día mientras el flagelo no cede.
P.D.-El gobierno lanza esta acción y despliegue de recursos en medio del escándalo de delitos sexuales revelado de un exmiembro del gabinete.
¿Operativo o cortina de humo?