Editorial diario La Prensa, Managua/Foto La Tercera, Santiago de Chile
En su presentación ante el foro empresarial realizado en Los Ángeles en el marco de la IX Cumbre de las Américas, el presidente de Chile, Gabriel Boric, dijo que llegaba “a reivindicar, con mucha alegría, que es posible levantar un proyecto de izquierda que sea democrático, que tenga un profundo respeto por los derechos humanos, que fomente el crecimiento inclusivo y en donde nadie se quede atrás”.
Boric respaldó la posición de los presidentes de México y Argentina, quienes exigieron inútilmente la participación de las dictaduras en la IX Cumbre. Pero lo hizo desde su propia perspectiva, criticando al mismo tiempo las violaciones a los derechos humanos y la falta de libertad y democracia en los países cuyos regímenes fueron excluidos del máximo evento político hemisférico.
Es interesante la posición de Gabriel Boric —quien saltó del activismo estudiantil izquierdista y callejero a la Presidencia de Chile— de que la izquierda es compatible con la democracia.
Desde la derecha política, pero más desde la extrema derecha, se suele rechazar de plano a la izquierda acusándola de que cuando está en el poder liquida la democracia. Y en respaldo de su posición acuden a las experiencias trágicas de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Pero la verdad es que sí hay una izquierda democrática, así como también hay una izquierda antidemocrática. De la misma manera que existe una derecha democrática y otra que rechaza la democracia.
Especial PuroPeriodismo: diario La Prensa, Managua